Amedeo Guillet y el «Gruppo Bande Amhara»

Nos encontramos en Etiopía, en 1940. El Virrey Amadeo de Saboya ordena a uno de los oficiales que mejor conoce la zona y sus gentes, el capitán Amedeo Guillet, que forme una unidad de caballería con tropas nativas.

En este capitán de caballería italiano encontramos una figura en la que algunos italianos ven su «Lawrence de Arabia». Convertido al Islam, iba a participar con el equipo olímpico italiano de hípica en los juegos olímpicos de Berlín.  Pero irá a España, donde acabará con el rango de mayor al mando de un tabor marroquí.

Guillet integra en su unidad amharas, yemeníes, eritreos y saudíes, con quienes froma el «Gruppo Bande Amhara». Pese a que las leyes de la época le hubieran permitido requisar los caballos necesarios para formar dicha unidad, el capitán opta por comprarlos con fondos propios. Durante unos meses la unidad se entrenará y adquirirá un «esprit de corps» y reputación de agresividad.

La invasión británica de la Africa Oriental Italiana encuentra al «Gruppo Bande Amhara» haciendo misiones de sabotaje e incursiones por Sudan. Tomados en principio por bandidos locales, la fuerza italiana va acosando los suministros aliados. Pero su mayor hazaña tendrá lugar en Cherú.

Allí se encontraba la «Fuerza Gacela», una unidad india al servicio de los británicos bajo el mando del teniente general Frank Messersvy que iba acosando las tropas italianas en retirada. Al alba del 21 de enero de 1941, Guillet localizó la fuerza británica acampada en Cherú. Con el enemigo despertándose, la unidad de caballería al servicio de los italianos lanza su carga, con seiscientos jinetes avanzando al grito de «Savoia» contra los desprevenidos ingleses.

Las tropas montadas llegan al cuartel general enemigo. Y en la confusión los carros británicos, que no cuentan con municiones de alto explosivo, disparan sus proyectiles perforantes contra los jinetes. Estos alcanzarán muchas veces a otrosa vehículos británicos, acrecentando el caos imperante.

Tras la confusión inicial, los británicos se reorganizan y lanzan un contraataque con carros Matilda. Pero el teniente Renato Togni y treinta jinetes más se lanzaran contra ellos con sus sables y bombas incendiarias. A cambio de sus vidas, dañaran algunos tanques y daran tiempos al capitán Guillet a huir con el grueso de su unidad.

A partir de ese días, sus hombres llamaron al capitán Guillet «Cummandar-as-Sheitan» o «Capitán Diablo», nombre con el que se le conocería hasta el fin de la guerra.

El capitán Guillet seguirá con sus correrías hasta que tiene que huir hacia el Yemen, desde donde embarcará, de incógnito en un buque de la Cruz Roja, para volver hacia Italia. Allí intentará conseguir armas para seguir luchando en Eritrea, para acabar luchando con los aliados contra el fascismo. Pero eso ya es otra historia…

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