Tercios de España – Armas y panoplia en el Mediterráneo

Es uno de los misterios de la historia como pudieron los cruzados haber luchado bajo el sol abrasador de oriente con sus gruesas prendas acolchadas cubiertas de pesadas mallas. Al ser este equipo muy engorroso de quitar y poner debía de ser vestido continuamente, de día y noche….

En la época del gran Asedio de Malta (1565), en el que nos centraremos, los caballeros y los oficiales españoles no estaban ya cubiertos con mallas como sus predecesores. Aún así, parece alucinante que pudieran sostener largas horas de combates durante el verano Maltés –solo un poco menos caluroso que Palestina y Siria. Probablemente las placas de coraza eran un poco más frescas que las cotas de malla. Aún así, debajo, los caballeros vestían  un largo jubón de cuero o tela acolchada, diseñada para proteger sus cuerpos de los golpes y magulladuras que podían producirse al ser golpeados.

A mediodía, en el mes de Julio, la temperatura se elevaba hasta los treinta y tantos grados. Aunque los caballeros, los oficiales y los soldados estaban acostumbrados al sol del verano  tanto como los turcos y los argelinos, las condiciones en las que luchaban eran muy diferentes. Los cristianos estaban circunscritos a pequeñas fortalezas donde cada onza de pan y cada jarro de agua debían ser cuidadosamente racionados. Los musulmanes podían retirarse al anochecer a la seguridad de sus tiendas, con provisiones razonables y agua fresca.

Había un aspecto en el que los musulmanes estaban mejor equipados para el calor del verano que españoles y caballeros. Vestían ropajes anchos y pocos elementos acorazados. Sin embargo, sus ropas estaban en desventaja cuando se trataba de atacar una muralla en la que los defensores utilizaran armas incendiarias. Aún así, en condiciones normales, eran frescas y protegían a sus dueños del sol. Es difícil, por otra parte, imaginar como los cristianos pudieron haber soportado el peso y el calor de sus elaboradas armaduras. En las fortalezas del Mediterráneo bajo el sol de julio hasta la arenisca quema al tacto.

En la isla de Malta, por ejemplo, es normal que a mediodía la temperatura suba por encima de los 32 grados, a menudo acompañada de una humedad del 72%. (Con este calor, el metal es casi imposible de llevar en contacto con al piel). Esto da una indicación de la resistencia y el nervio de aquellos hombres, que podían luchar una batalla de seis horas vistiendo sus armaduras en estas condiciones. Los golpes de calor no eran infrecuentes. El caballero Nicholas Upton, jefe de la Lengua Inglesa, en una de las ocasiones en que Dragut atacó la isla en 1551, sucumbió al calor y cayó muerto de su caballo de un ataque al corazón.

El tipo de armadura utilizado por los caballeros de San Juan y por los españoles durante el asedio fue muy variado, ya que a mediados del siglo XVI la manufactura de armaduras llegó a ser muy elaborada. Habían pasado ya sus días de esplendor y ahora tendía a cierta exageranción del diseño igual que el arte barroco en pintura y arquitectura. Se habían introducido algunas mejoras. Un nuevo tipo de casco se puso de moda, el armet o yelmo, que era una buena protección para la cabeza y llevaba una celada que podía ser abierta y cerrada a discreción.

El casco más común era el morrión, aunque algunos caballeros y soldados vestían también el salade o sallet. Desarrollado casi un siglo antes, era más fresco y mas adecuado para un clima calido. El sallet, sin embargo, dejaba la cara al descubierto. (En apariencia no era tan diferente del clásico casco del ejército estadounidense.). Otro tipo de sallet, el veneciano, era muy distinto, y se basaba en los cascos  utilizados por los soldados de la Grecia Clásica. Protegía la nariz y también las mejillas.

El peso de los elementos acorazados, que en principio parecería el principal inconveniente, no lo era en absoluto. Una buena armadura  estaba hecha de tal manera que su peso se distribuía por todo el cuerpo. Las junturas con partes móviles, como codos y rodillas, se hacían a la medida del usuario, y el peso del metal estaba tan bien distribuido que un equipo comparativamente pesado podía ser llevado sin mucha incomodidad. Suponía, eso sí, una más lenta capacidad de movimientos. En cualquier caso, podían llevar alrededor de 45 kg de peso. (Una armadura del siglo XVI que se encuentra en el Palacio de Valetta tiene un peso total de 50kg, y solo el espaldar pesa 10kg. El casco pesa 11,5kg). Un coselete a prueba de balas podía pesar hasta 8kg. Estas piezas se solían probar con tiros de mosquete.

Los soldados vestían de una manera más ligera. Jubones de cuero o trozos de malla se consideraban una protección adecuada contra la espada o la pica. Un tipo de chaqueta popular en este tiempo fue la llamada brigantina. (Se conserva una en la armería de Valetta, que se atribuye a Dragut). Estas brigantinas consitían en pequeñas placas de hierro unidas con remaches de latón pegados a una camisa de cuero o de lino.

Un ligero y elegante tipo de armadura vestida por algunos caballeros y oficiales durante el asedio fue el llamado “Maximilian”, por el Emperador Maximiliano de Alemania. El armero del emperador, Seusenhofer, fabricó la primera de este tipo después de que Maximiliano hubiera protestado por el peso del blindaje diciendo, “me armarás de acuerdo con mi deseo, por ser yo y no tu el que va a luchar”. El estilo Maximilian se hizo muy popular durante el siglo XVI, debido a que su forma estriada lo hacía más ligero que una placa de metal. Las estrías implicaban que  el blindaje tenía una superficie lisa, con el resultado de que cualquier golpe era desviado hacia arriba o hacia abajo de los canales ranurados hacia fuera.

Maximilian

Cualesquiera que fueran sus desventajas en climas cálidos, las piezas de armadura significaban que un hombre tenía más posibilidades de sobrevivir en un combate cuerpo a cuerpo contra un enemigo que no iba tan blindado. Las, en comparación, reducidas  bajas de los caballeros y oficiales españoles durante el gran asedio no se debieron enteramente al hecho de que lucharan tras posiciones fortificadas. Los armeros de Alemania, Italia, España e Inglaterra tuvieron que ver en gran medida en la capacidad de los cristianos de exponerse una y otra vez en las posiciones de más peligro y sobrevirir a los mosquetes, espadas  y picas.

En cuanto a las armas de fuego,  según escribió Jurien de la Graviere: cuando el asedio de Rodas, los turcos no estaban acostumbrados al arcabuz. Se fueron familiarizando con esta arma, para nuestra desgracia, desde las guerras de Hungría en adelante… Los mejores artesanos de armas de fuego del periodo eran indudablemente alemanes, y fue de ellos, y de las armas capturadas en las guerras de Hungría, que los turcos pudieron desarrollar su propia tecnología de pequeñas armas de fuego.

Sallet

Durante el asedio de Malta se hizo evidente que los mosqueteros turcos eran mucho más eficientes que los cristianos. Aunque más lentos de cargar que los europeos, los mosquetes turcos eran un instrumento de precisión. A ellos se deben una gran cantidad de las bajas de los defensores.

En los ataques a San Telmo, Senglea y Birgu, las armas tradicionales, aparte de las de fuego, no habían cambiado prácticamente en siglos. La espada, el hacha, la pica, la alabarda (una lanza combinada con un hacha), y la maza, se encontraban todavía en ambos ejércitos. Excepto por los bombardeos de artillería, los hombres solo se enfrentaban en combate cuerpo a cuerpo. También disponían por este tiempo de algunos ingenios derivados del fuego griego, pero eso lo dejaremos para una próxima entrada.

Si te gustó, puedes ver más entradas en Tercios de España o escuchar el HistoCast 72 – El Sitio de Malta de 1565

Aprovecho el hilo del artículo para adelantaros que en unos días estará disponible mi nuevo libro LOS TERCIOS EN AMÉRICA – LA JORNADA DEL BRASIL. SALVADOR DE BAHÍA 1624-1625

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