Hace unos días tuvimos la suerte de visitar el cuartel de El Goloso donde, además de diversas unidades del Ejército Español –se trata de una base en activo– hay un interesantísimo museo de carros de combate.
La parte fundamental de este se halla hoy en día bajo un hangar y reúne algunos de los blindados más señalados de nuestra historia militar. Al fondo podemos comparar, uno junto a otro, una tanqueta italiana Ansaldo y un Panzer I alemán, el famoso “negrillo” de nuestra guerra civil; y un poco más allá se alzan dos T-26 soviéticos, que fueron sus más que dignos antagonistas de entonces. Es todo un lujo poder comparar estos tres modelos, esta vez aparcados uno junto a otro para interés del visitante y no combatiéndose entre sí en el campo de batalla.
Otra de las curiosidades del museo es el cañón autopropulsado Verdeja, un proyecto de 1945 que acabó aparcado durante años y que fundamentalmente fue la inclusión de una pieza autopropulsada sobre el chasis de un carro de combate preexistente, algo muy común durante la entonces recién acabada Segunda Guerra Mundial, sobre todo en Alemania.
Un semioruga M3, dos cañones Arellano con sus peculiares ruedas y un Sturmgeschutz III también están incluidos en la colección, pero sin duda una de las piezas fundamentales es el Panzer IV H. En 1943 Alemania vendió a España 20 ejemplares de este carro de combate, que sirvieron en nuestras fuerzas armadas hasta 1965, cuando 17 de ellos fueron vendidos a Siria. Uno de los tres restantes es el que podemos ver hoy magníficamente restaurado. Junto a este carro hay una puerta que nos lleva a la única sala cerrada de que dispone el museo donde, además de diversos uniformes y armas, podemos disfrutar de un diorama a escala real, que tiene como pieza fundamental un segundo Panzer I.
En lo que a carros de combate modernos se refiere, pudimos observar, tal vez un tanto demasiado cerca unos de otros, un M-48 y un M-60 estadounidenses, un AMX 30, tan español como francés merced a las inteligentes modificaciones que le hicieron nuestros ingenieros, y un Leopard II aún operativo.
A continuación tuvimos la buena fortuna de visitar el memorial del Regimiento Asturias Nº 31. En él, varias salas trazan la historia de esta unidad militar, una de las más señaladas de nuestro ejército, desde su fundación en 1663 hasta la actualidad. Uniformes, objetos de la vida diaria, miniaturas, armas de diferentes épocas y unas magníficas banderas coronelas componen la colección, que ha sido reunida, en buena parte, por una asociación de coleccionistas privados.
La tercera parte de la visita fue también inesperada, pues llegamos justo el día en que los regimientos despliegan sus vehículos, de modo que pudimos acercarnos a los Pizarro y los TOA tanto como quisimos, hablar con sus tripulantes e incluso verlos circular.
Finalmente, un largo paseo nos llevó ante otros muchos blindados y cañones, esta vez expuestos en el exterior, entre ellos un Chieftain que sin duda dará mucho que hablar, un cañón antiaéreo alemán de 88 mm, un obús autopropulsado M-37 o una tanqueta Panhard.
Y dicho esto, no queda sino agradecer la amabilidad y los conocimientos de los diferentes miembros del personal militar que nos explicaron diversas partes de la colección; así como, y muy especialmente, a Cristina de Santiago, reenactor de la Big Red One en Normandía y restauradora de algunos de los blindados que vimos, que nos acompañó durante toda la mañana y con quien aprendimos mucho más de lo que quiso reconocer.
Si te gustó, te puede interesar F-103 Blas de Lezo en el puerto de Málaga