Veamos hoy una selección de montajes del Moscú del invierno de 1941. La población se apresta para la defensa y los soldados desfilan camino del frente.
Al final se incluyen fotografías del día de la victoria en 1945, rindiendo los estandartes alemanes en la Plaza Roja.
La Wehrmacht había arrollado Polonia en un mes, era un hecho que los habitantes del Gran Ducado de Luxemburgo no podían ignorar, del mismo modo que sabían a ciencia cierta que, si la guerra llegaba a sus puertas, no habría nada que su simbólico ejército, de alrededor de 400 hombres, pudiera hacer para impedir la invasión alemana.
Una de las características de la frontera germano-luxemburguesa, era que toda ella estaba bordeada por cauces fluviales, de mayor a menor importancia según se progresa de sur a norte. Estos son el Mosela, el Sûre y el Our. Aunque los tres son franqueables, con más o menos dificultad, los puentes que los salvan son puntos ideales para retrasar la invasión. Porque lo cierto es que los luxemburgueses, si bien no pueden evitar ser invadidos, si están dispuestos a hacer todo lo posible por retrasar a cualquier eventual invasor.
El 18 de enero de 1944, la retaguardia del Grupo de Ejércitos Sur es copada por las tropas rusas en las cercanías del río Dnieper, junto a Cherkassy-Korsun.
General Wilhelm Stemmermann
Al frente de las seis divisiones alemanas cercadas se encontraba el general Wilhelm Stemmermann, otrora jefe del XI Cuerpo de Ejército, y ahora al frente del conglomerado denominado Gruppe Stemmermann. Mientras se preparaba la operación para liberar a las tropas del Kessel, Stemmerman dirigía a sus tropas en una feroz resistencia contra las tropas soviéticas, que se infiltraban una y otra vez en
Dicen que el Senado estaba a punto de aceptar aquellas ofertas, pero que las rechazó en sus términos convencido por el anciano Apio Claudio el ciego, de que no debía tratar con el enemigo mientras permaneciera en Italia.
Este detalle, de ser auténtico, da una clara idea, aunque sea un tanto vaga, de cómo se veían ahora a sí mismos los romanos en relación con Italia. Sin embargo no parece creíble, porque para Roma, Italia, en aquel momento, era solamente Roma. Cineas, al regresar con los dos mil prisioneros, ninguno de los cuales había faltado a la palabra dada, dio un informe tal a Pirro de lo que había visto en Roma, que el epirota, luego de intentar marchar sobre Roma, llegó hasta Anagnia antes de dar media vuelta (Capua y Nápoles le habían cerrado sus puertas y no se le unió ningún aliado de los romanos).
A comienzos del siglo III a. de C., las ciudades griegas del sur de Italia se hallaban en un estado de franca decadencia, debido a la presión ejercida por la población nativa hostil y a siglos de luchas intestinas.
El Rey Pirro de Épiro
En aquellos tiempos Tarento era una gran metrópoli griega, que había hecho grandes progresos, especialmente en el campo de la industria, el comercio y las artes, bajo la guía de Arquitas, uno de los más grandes hombres de la Antigüedad, medio filósofo, medio ingeniero. Los romanos se vieron envueltos en los asuntos de la Magna Grecia en 285 a. de C, cuando la ciudad de Turios solicitó
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