El nacimiento de la Kriegsmarine (VI): El memorandum de Heye.

El 23 mayo de 1938 Hitler celebró una gran conferencia militar con los altos mandos de los tres servicios de la Wehrmacht. Se desconoce si en ella se tomó alguna decisión concreta con respecto a la Marina, sin embargo, algo se debió de decir, porque a partir de entonces volvió a permitirse hablar, a todos los niveles del mando, de una guerra con el Reino Unido.

Portada de la revista Die Kriegsmarine, mostrando una épica imagen del acorazado Bismarck
Portada de la revista Die Kriegsmarine, mostrando una épica imagen del acorazado Bismarck

Este nuevo espíritu se concretó en junio de ese mismo año cuando Raeder encomendó al comandante Heye, del Estado Mayor de la Marina, la misión de elaborar un memorándum sobre una posible guerra naval contra Gran Bretaña. La primera consecuencia de esta misión fue que Heye, apoyado por el vicealmirante Guse y otros altos mandos, se permitió hacer una crítica política de las acciones que Hitler estaba llevando a cabo para anexionarse Checoslovaquia cuando advirtió al almirante de que si el gobierno seguía incurriendo en riesgos internacionales, estallaría una guerra antes de que la Marina alemana estuviera lista. Raeder, como había hecho otras veces, evitó trasladar esta crítica al dictador.

Heye presento un primer borrador de su memorándum en agosto, en el que concluía que la Marina alemana no iba a estar en condiciones de proteger su comercio marítimo, y que Gran Bretaña impondría un bloque efectivo que la flota no iba a ser capaz de romper, salvo brevemente, por lo que Alemania debía orientar su guerra naval contra el comercio naval de sus enemigos. Para lograr este objetivo, Heye y Guse indicaron que Alemania tenía que esforzarse en la construcción de buques radios de gran radio de acción: fundamentalmente acorazados de bolsillo, cruceros de poco porte y submarinos, aunque no compartía las ideas de Dönitz, quien presionaba a favor de la construcción masiva de estos.

El comandante Hellmuth Heye. Durante la invasión de Noruega estuvo al mando del Hipper, y luego mandó la flota del eje en el mar Negro.
El comandante Hellmuth Heye. Durante la invasión de Noruega estuvo al mando del Hipper, y luego mandó la flota del eje en el mar Negro.

El gran problema al que tuvo que enfrentarse Heye fueron los acorazados. Estos grandes buques cautivaban no solo la imaginación de Hitler, sino también la de muchos de sus superiores, por lo que en su texto trató de ser muy cauto con este asunto. En vez de oponerse a su construcción trató de darles algún tipo de uso, principalmente protegiendo las costas alemanas en el mar del Norte y secundariamente apoyando a la guerra de cruceros en el Atlántico; aunque no descartó su uso en una gran batalla contra la flota francesa (llamativo argumento, si se tiene en cuenta que se le había ordenado estudiar la guerra contra el Reino Unido). Otro de los defectos del memorándum fue que Heye tampoco dejaba claro como harían los barcos alemanes para salir al Atlántico a través del bloqueo de la Royal Navy.

A mediados de agosto, y partiendo del texto que acabamos de mencionar, Raeder convocó un comité de planificación para que elaborara: “unos principios estratégicos uniformes que guiaran el proceso de reconstrucción de la Marina”. Este comité se centró en dos cuestiones: primero la de las bases que Alemania iba a necesitar, obligatoriamente en la costa francesa, lo que en ese momento resultó una cuestión política que no supieron resolver; y en segundo lugar en los acorazados. Curiosamente, todos los miembros del comité se declararon a favor de los grandes acorazados, pero ninguno rechazó las tesis de Heye sobre una guerra contra el comercio británico, ni supieron darle papel a los grandes buques en dicha guerra, con lo que llegaron a la conclusión de que, si bien los consideraban necesarios, no sabían cuál habría de ser su uso. Finalmente, a la pregunta sobre qué barcos había que construir, contestaron que acorazados de bolsillo de no más de 19 000 toneladas y cruceros ligeros de la clase M, de 7800 toneladas. Nada concreto se dijo ni de los submarinos ni del apoyo aéreo.

El almirante Carls, a la izquierda, conversando con el también almiran Schniewind
El almirante Carls, a la izquierda, conversando con el también almiran Schniewind

El almirante Carls, comandante en jefe de la Flota, también añadió su punto de vista sobre estas cuestiones. Sus planteamientos, sin embargo, sin duda eran difíciles de cumplir pues proponía: la conquista de las costas francesa, danesa y noruega (eso se conseguiría); la creación de una gran flota de guerra para combatir en el mar del Norte; y la creación de una flota de alta mar compuesta por cuatro agrupaciones, cada una de ellas capaz de operar a grandes distancias, formadas por un crucero de batalla, un crucero pesado, portaaviones, destructores, submarinos y naves de abastecimiento. Hay que decir que esta grandiosa visión caló poco en el comité, cuyas conclusiones, presentadas el 31 de octubre, aprobaron las ideas de Heye. Por otro lado, el plan de construcciones que propusieron fue aún más grandioso: 10 acorazados, 15 acorazados de bolsillo, 5 cruceros pesados, 24 ligeros y 36 de menor tamaño, 8 portaaviones y 249 submarinos; aunque en lo que a plazos se refiere resultaron bastante moderados, pues preveían haber terminado 4 acorazados de bolsillo para 1942 y dos acorazados para 1945. Raeder iba a presentar estas conclusiones a su amo a primeros de noviembre, más adelante hablaremos de ello.

1 comentario en «El nacimiento de la Kriegsmarine (VI): El memorandum de Heye.»

  1. Es lo que pasa cuando se pide una opinión a un Estado Mayor, que puede salir cualquier cosa. Todo dependía de cuando fuera a ser el enfrentamiento con GB, en 1939 los pillaron literalmente en bragas pero es que incluso en 1942 los hubieran pillado en gran inferioridad.

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