La batalla de los Campos Cataláunicos (451 d.C.) – Aecio contra Atila (II)

En la entrada anterior habíamos dejado a Aecio infligiéndole supuestamente 15.000 bajas a la retaguardia de Atila. Todo apuntaba a que era cuestión de tiempo que ambos ejércitos quedasen finalmente frente a frente.

La batalla principal tuvo lugar al día siguiente, aunque la fecha concreta sigue estando en disputa. Se habla desde finales de junio hasta finales de septiembre de 451 d.C.. El lugar también es controvertido, pero la mayoría de los historiadores creen que tuvo lugar en la llanura de Mauriac (actual Mery-sur-Seine), a unos 32 kilómetros al noroeste de Troyes y a 56 kilómetros al sur de Châlons-sur-Marne.

El ejército de Atila estaba orientado hacia el norte. Ardarico diría a sus gépidos en el ala derecha, Atila y los hunos estaban en el centro y el rey Valamiro se hallaba a la cabeza de los ostrogodos en el ala izquierda. Aecio colocó a las fuerzas romanas en el ala izquierda. En el centro puso a Sangibano y a los alanos en el centro de la línea de la coalición, de manera que pudiesen estar vigilados y evitar que huyesen o que se pasasen al enemigo.

El rey Teodorico y sus visigodos ocupaban el ala derecha de la coalición, frente a sus contrapartes ostrogodas. La posición de los francos es desconocida. Es posible que sufrieran grandes pérdidas el día anterior y que no participasen en la batalla o que hubiesen constituido una reserva.

La batalla comenzó ya avanzado el día, quizá a las cinco de la tarde, en un enfrentamiento por el control de una importante línea de crestas. El príncipe Turismundo y los visigodos llegaron primero a la cresta y repelieron el avance de los hunos. Los dos bandos se enzarzaron entonces en un sangriento combate. Los alanos se desempeñaron bien en la lucha antes de tener que retirarse bajo una inmensa presión.

Aecio y sus germanos tuvieron poco éxito en el extremo de su línea, pero los visigodos resistieron el embate de los ostrogodos, aunque el viejo rey Teodorico cayó de su caballo y fue pisoteado y muerto por sus propios hombres. Los visigodos se revolvieron entonces y envolvieron el flanco izquierdo de los hunos en una maniobra que a punto estuvo de resultar en la captura de Atila.

Entre tanto, Aecio y sus hombres rompieron la línea de los gépidos. Atila ordenó a los hunos que iniciasen una retirada ordenada y luchando hasta su campamento, que estaba «fortificado», rodeado por un círculo de carros en realidad. Cuando ya anochecía, los visigodos trataron de asaltar el campamento pero fueron rechazados.

Las pérdidas en la batalla fueron de tal calibre que ninguno de los bandos quiso reanudar la batalla a día siguiente. Las estimaciones coetáneas de muertos oscilan entre los 165.000 y los 300.000 muertos, cifras sin duda enormemente exageradas. Aecio y Turismundo decidieron en un primer momento poner sitio al campamento huno pero Aecio cambió de opinión. Al parecer temía que si los hunos eran destruidos completamente, los visigodos tenían las manos libres en la Galia, así que aconsejó a Turismundo, que se convirtió en rey tras la muerte de Teodorico, que volviese a casa y consolidase su corona. Los francos también se retiraron.

Los hunos, que habían quedado demasiado debilitados como para suponer una amenaza para occidente, se retiraron al otro lado del Rin. La victoria de la coalición en Châlons, o en los campos cataláunicos, evitó probablemente una época de dominación huna. Pero este no fue el fin de Atila. En 452 renovó sus votos de contraer matrimonio con Honoria e invadió la península italiana.

Aecio no pudo reunir tropas suficientes para hacerle frente, y Valentiniano envió al Papa León I a negociar con el rey de los hunos. Los dos se encontraron en el río Mincio, y Atila se mostró de acuerdo en abandonar Italia, probablemente porque ya había sido informado de que Marcio, emperador de Oriente, había enviado un ejército a atacar su capital. Atila nunca abandonó sus planes de hacerse con occidente, pero murió en 453 y sus hijos se enzarzaron en luchas intestinas que acabaron por destruir la influencia huna en los pueblos sometidos.

Viene de La batalla de los Campos Cataláunicos (451 d.C.) – Aecio contra Atila (I)

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