Fortalezas (III) – Almeida y La Concepción: Dos fortalezas frente a frente

Varios son los enclaves abaluartados que se vigilan en la frontera hispano portuguesa. Hoy hablaremos de los dos situados en la frontera salmantina.

         

Plaza Fuerte de Almeida  40° 43.551′ N 6° 54.350′ W


Fuerte de la Concepción   40°42′10″N 6°48′14″O

En la provincia de Salamanca, a escasos metros de la raya con Portugal y en las cercanías de Aldea del Obispo, se alza el Fuerte de la Concepción, imponente fortaleza de traza italiana que tiene su contraparte apenas a 9 kilómetros al otro lado de la frontera en la monumental Plaza Fuerte de Almeida.

Plano del Fuerte de la Concepción

El Real Fuerte de La Concepción comenzó a construirse en 1663. Tras la firma del Tratado de los Pirineos con Francia en 1659 y asegurado el flanco norte, la Monarquía Católica de Felipe IV volvió grupas hacia el oeste peninsular para tratar de recuperar Portugal. Las tropas de invasión se pusieron al mando del Duque de Osuna, que ordenó al ingeniero militar Simón Jocquet el levantamiento de la fortaleza.

Vista Aérea. Nótense el cuartel de caballería y el fuerte de San Juan

En enero de 1664 se concluyen las primeras obras, pudiendo el recinto albergar hasta 1500 soldados y 200 caballos. Sin embargo, en junio de ese mismo año se produce la derrota de Osuna en la batalla de Castelo Rodrigo, donde el ejército español queda bastante malparado. Este hecho, que le cuesta el puesto al Duque, provoca que el Consejo de Guerra ordene en octubre la demolición del fuerte.

Maqueta del Fuerte de la Concepción

Más de 70 años después, en 1735, el gran ministro de Felipe V, José Patiño, rescata las ruínas del olvido, consciente de que la unión de los reinos ibéricos se tornaba ya dificil de realizar y de que era necesario establecer una línea defensiva de fortificaciones que pudiera dar respuesta a las contrapartes protuguesas de Valença do Miño, Almeida, Olivenza y Elvas.

Los trabajos concluyeron en 1758, resultando una impresionante fortaleza abaluartada de traza italiana de planta cuadrada con 4  baluartes pentagonales rodeados de revellines y profundos fosos. Para salvar la elevación de un cerro cercano se construyó el fuerte de San Juan en forma de hornabeque y unido a la fortaleza principal por un pasillo fortificado, en mitad del cual se construyó un cuartel de caballería, que contaba con pesebres individuales de granito y otras comodidades para los caballos en la planta baja y habitaciones para los jinetes en la planta superior, estando el recinto defendido por una batería de cañones.

Caballerizas

El 20 de julio de 1810, en plena Guerra de la Independencia, el mariscal francés Masséna llegó ante los muros del Fuerte de la Concepción, guarnecido por el general inglés Crawford, jefe de la División Ligera perteneciente a las tropas que Wellington tenía en la península. El Duque estaba perparando la línea de defensa en Torres Vedras, por lo que planificó una retirada progresiva desde el Fuerte de la Concepción y Almeida que le diera tiempo a consolidarse. En este contexto fue volado por segunda vez este fuerte, que aún a pesar de recibir grandes daños, logró conservar su fisonomía. A mediados del siglo XIX pasó a manos privadas y actualmente se estaban llevando a cabo obras de restauración para convertirlo en alojamiento para turismo rural.

La actual estructura de la Plaza Fuerte de Almeida se remonta al siglo XVII, y se sitúa en el contexto de la Guerra de Restauración Portuguesa, cuando revalorizada su posición estratégica, fue transformada en una imponente fortaleza. Las obras se iniciaron en1641 por el Gobernador Militar de la Provincia de la Riba, Alvaro Abranches, y se concluyeron definitivamente a finales del siglo XVIII por el Conde de Lippe.

En el verano de 1810, tras la voladura del Fuerte de la Concepción, los franceses de Masséna se plantaron ante los muros de Almeida, y comenzaron el asedio. Tras dos semanas de resistencia, un tiro afortunado de la artillería francesa prendió un hilillo de pólvora que había quedado en el suelo tras el abastecimiento de las baterías en los muros. Esta «mecha» improvisada reventó el polvorín principal, destruyendo parte de la fortaleza, la catedral y volando los tejados de todas las casas salvo cinco. Murieron instantáneamente 500 defensores e incluso hubo muertos en el campo francés por impacto de cascotes.

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