28 de julio, por la mañana. ¡Guerra!

Ha pasado un mes desde el asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo.

“¡A mis pueblos! Era mi ferviente deseo consagrar los años que, por la gracia de Dios, aún me quedan, a trabajos de paz y a proteger a mis pueblos de los pesados sacrificios y cargas de la guerra. Pero la providencia, en su sabiduría, ha decretado lo contrario. Las intrigas de un malévolo oponente me obligan, en defensa del honor de mi monarquía, para la protección de su dignidad y su posición como potencia, y por la seguridad de sus posesiones, a tomar la espada tras largos años de paz”. Firmado. Francisco José I, Emperador de Austria, Rey de Bohemia, Rey de Croacia, Rey de Hungria…

Ha llegado el momento de la verdad. Francisco José II firma la declaración de guerra.

Siguiendo un antiguo modelo, empleado en otras ocasiones, Austria-Hungría acaba de declarar la guerra a Serbia.

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