La batalla de Krasny Bor (I) – Antecedentes

Publicamos hoy el artículo que nos ha remitido nuestro lector Pablo García Sánchez sobre la batalla más renombrada en la que participó la División Azul, acción que sirvió para frustrar una ofensiva soviética a gran escala como la de Stalingrado.

El 10 de febrero de 1943 tuvo lugar la mayor batalla en la que se vio envuelta la División Azul, la más sangrienta, importante y heroica de todas aquellas en las que participó durante su estancia en Rusia combatiendo el comunismo, en ella se consiguieron tres de las ocho laureadas de la División Azul en la URSS.

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Borovichi 1951 – Los españoles se sublevan (II)

El comandante alemán Hans Diesel, que estaba encarcelado, le contaba meses después a Palacios cómo le invitaron los españoles a salir, cosa que no hizo, a pesar de haber quedado destrozada su celda, pues los presos arrancaron la puerta para fabricarse armas de madera.

Teniente Rosaleny, Capitán Palacios y Alférez Ocaña

Una vez juntos libertos y libertadores, encendidos de ira, se precipitaron contra las oficinas del campamento donde Makaro, inútilmente, intentaba hacer comer al recién secuestrado. El jefe de campo, viéndoles llegar, echó a correr, perseguido por los españoles y, acompañado de toda la guardia rusa interior del campamento, presa de pánico, cruzó la línea de alambradas, refugiándose, junto con su Estado Mayor, tras la zona rastrillai (punto de la cerca que no podía ser traspasado so pena de recibir fuego de ametralladora o fusilería).

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Borovichi 1951 – Los españoles se sublevan (I)

El siguiente relato es un resumen del capítulo del libro del Capitán Palacios «Embajador en el Infierno», dedicado al motín del campo de prisioneros de Borovichi.

El plante de Borovichi, llevado a cabo por doscientos españoles, no deja de ser un hecho singular. La rebelión no se produjo contra los malos tratos, los sufrimientos corporales, el hambre o el abuso de poder, sino a causa de un entrañable motivo moral. Los prisioneros que estaban resignados a morir -en aquella época había muerto ya el 30 por ciento de sus miembros- no se resignaron, en cambio, a la retención, por parte de las autoridades soviéticas, de la correspondencia que les llegaba y no les era entregada.

Los españoles veían como alemanes, austriacos y húngaros, recibían cartas de los suyos. Veían como los hombres más enteros se escondían para moquear como chiquillos, con un pedazo de papel entre las manos. Acudieron los españoles a Makaro, el lacharni del lager n.º 3, de Borovichi, pidiendo acogerse a este derecho que tan injustamente se les negaba. Y éste les sugirió que elevaran, uno a uno, instancias de súplica a Bousenski, el ministro del Gobierno de quien dependían los prisioneros de guerra. Así lo hicieron todos, pero Makaro se quedó con las instancias y las destruyó sin cursarlas.

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Algunos casos del trato soviético a sus propios soldados y a sus heridos

Leyendo el libro de memorias del capitán de la 9ª Compañía del III/262 de la División Azul, Serafín Pardo Martínez, me encuentro con un par de narraciones que arrojan bastante claridad al desprecio total que tenía el Ejército Soviético por sus heridos, o incluso por sus propios soldados.

Cuenta el capitán Pardo que su compañía, por entonces al mando del Capitán Jaime Milans del Bosch, había sido destinada junto con el batallón y otras unidades más de la DEV, a formar parte de la Agrupación Hoppe (Kampfgruppe Hoppe), que era la fuerza destinada a cerrar desde el sur la bolsa

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Normas para combatir la congelación en el frente ruso

El general Gulliermo Díaz del Río relata en su libro de memorias de guerra  Los Zapadores de la División Azul las visicitudes de la III Compañía de zapadores del Batallón de Zapadores, de la que fue capitán hasta el verano de 1942.

Vivió de primera mano los duros combates de Possad y Otenski y de los blocaos Vérctice y Minas durante el mes de noviembre con temperaturas de 15 y 20 grados bajo cero. Hablando del deficiente equipamiento de abrigo del que disponía el ejército alemán en aquel invierno de 1941, Guillermo Díaz  hace algunas observaciones respecto a las normas a seguir para evitar casos de congelación.

–  Después de un servicio en el exterior con temperaturas bajo cero no se podía uno acercar directamente al fuego, pues había que esperar a que la reacción del cuerpo se fuese logrando con

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