Abordamos hoy un caso de compraventa de un ejército durante la Guerra de los Treinta Años, el de Bernardo de Sajonia Weimar a su muerte. Lo relata William P. Guthrie en Batallas de la Guerra de los Treinta Años – De Wittstock a la Paz de Westfalia.
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En Breisach, Bernardo reunió una fuerza móvil de ataque 20 y partió con el objeto de interceptar a Carlos (13 de octubre). El 15 de octubre de 1638 sorprendió al contingente lorenés, de 1.500 caballos, 2.500 infantes y 5 cañones, y lo puso en fuga en una rápida y virulenta emboscada, la Acción de Traun (también conocida como Sennheim).
Solo murieron unos pocos loreneses pero 600 fueron hechos prisioneros (400 infantes y 200 jinetes), incluidos un general y dos coroneles, además de la captura de todos los cañones, el bagaje, las provisiones y 44 banderas. Las pérdidas de Bernardo fueron leves, aunque murió el coronel Witersheim y Nassau resultó herido.
Gotz, ajeno aparentemente a la derrota de Carlos, continuó adelante con el plan. Entre el 22 y el 24 de octubre cayó sobre la cara sur de la línea de Bernardo con 14.000 hombres –4.000 de caballería, 10.000 infantes y 8 cañones. Al principio todo fue bien, tomando un puesto adelantado21 y uno de los tres puentes que había tendido Bernardo sobre el Rin. Parecía factible poder abrirse camino hasta el interior a través de las defensas. Bernardo lanzó un contraataque con tres grupos que recuperó el puesto avanzado y obligó a Gotz a retroceder.
Los imperiales se retiraron –Gotz sería enviado ante un consejo de guerra. Bernardo perdió menos de 1.000 hombres, incluidos Batilly (muerto), Schonbeck (herido) y Leslie (capturado). Gotz sufrió unas pérdidas de 1.000 muertos y 1.000 heridos y prisioneros. El mes de noviembre fue tranquilo salvo por algunas escaramuzas menores, una de ellas con el irrefrenable duque Carlos (20 de noviembre). Para entonces hasta Reinach tenía claro que no iba a llegarle ninguna ayuda a Breisach; aún así, seguía decidido a morir de hambre a menos que le garantizasen una capitulación con términos honrosos.
Bernardo le ofreció muy buenas condiciones, y el 17 de diciembre de 1638 entregó Reinach la plaza. Él y un puñado de supervivientes -450 hombres, de los que 50 estaban enfermos- salieron de su interior con orgullo, banderas al viento y mechas encendidas, arrastrando dos cañones detrás de ellos. Dejaron en el interior 135 piezas «grandes», 15 piezas pequeñas, 150 piezas de muralla, gran cantidad de mosquetes y munición, y un millón de táleros en metálico.
Bernardo se puso tan furioso cuando vio a los prisioneros bernardinos –obligados a practicar el canibalismo- que amenazó con dejar sin efecto los términos de la rendición y encarcelar a Reinach y a sus hombres. No llevó a cabo la amenaza. Bernardo pasó los siete meses siguientes asegurando y consolidando su «reino» del Rin. En Breisach puso a 2.317 hombres de guarnición a las órdenes de Erlach. En ese tiempo, el emperador despachó a Savelli –¡de entre todos!- para que apelase al «patriotismo» de Bernardo; al entregar Alsacia a Francia estaba traicionando a todo el Pueblo Alemán.
Bernardo tuvo uno de sus característicos berrinches; él «¡no necesitaba ninguna lección de patriotismo de un duque italiano!». En cualquier caso, cabe la posibilidad de que la misión surtiese algún efecto. En febrero de 1639, el de Weimar avisó a los franceses de que iba a asumir el control personal de Renania. Bernardo había tenido el cuidado de guarnicionar cada posición fortificada con tropas leales a su persona; el cuerpo francés no estaba en posición de interferir.
Por supuesto, su situación era insostenible a largo plazo; ningún general, no importa lo brillante que fuese, podía crear un estado independiente en el Rin en las narices de Francia y del emperador. Sin embargo, por el momento, Richelieu y Guebriant no podían hacer otra cosa que ruegos. ¿Qué pretendía Bernardo? ¿Estaba planeando cambiar de bando? ¿Barajaba algún plan que involucrase a Baner y a los suecos? ¿Se estaba limitando a posicionarse para las «duras» negociaciones con Francia? ¿O simplemente se había vuelto loco? Nadie nunca lo sabrá. Se produjo una epidemia de peste en el ejército y Bernardo se negó a abandonar a las tropas. Murió el 18 de julio de 1639.
En sus últimas voluntades, Bernardo dejaba su cuerpo de ejército a sus cuatro oficiales favoritos, Erlach, Rosen, Nassau y Ohm, con instrucciones de subastarlo entre Francia, Suecia, el emperador, el conde palatino, y su hermano Guillermo. En esas circunstancias la cosa quedó entre Francia y el emperador. Richelieu se llevó la subasta con una modesta cantidad de 1,200.000 livres (400.000 táleros) en metálico y una suma mucho mayor de promesas (que no se cumplieron).
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No hay excusa para la atonía del emperador en este asunto. No cabe duda de que los franceses siempre hubiesen hecho una puja superior; sin embargo, los erarios combinados de Austria, España y Baviera habrían tenido la capacidad de alzar la puja a una cantidad respetable. Aunque no pudiesen superar al Richelieu, al menos deberían de haberle hecho pagar cara su victoria.
¿Qué consiguió Richelieu a cambio de su 1,200.000 livres? No solo obtuvo 17.000 soldados veteranos, también se aseguró el Rin, Alsacia, Basilea y Brisgovia. En poco tiempo Breisach tuvo una guarnición francesa y comandantes franceses ocuparon Alsacia (que continua siendo francesa hasta el día de hoy). El no haber aprovechado esta oportunidad provocó a la causa de los Habsburgo un daño igual o superior a las derrotas de Rheinfelden, Wittenweier, y Breisach.
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Para esa época las cuentas de los austrias, tanto españoles como alemanes, simplemente no salían, ya no habia de donde rascar.