El fiero turco en Lepanto,
en la Tercera el francés,
y en todo mar el inglés,
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido
y con la cruz de mi espada.
Lope de Vega sobre Álvaro de Bazán
Desde Toledo, cruzando el Campo de Calatrava, camino a Sierra Morena un pequeño pueblo llamado el Viso comienza a aparecer en los libros de historia. Tras las Navas de Tolosa, el pueblo es cedido a la Orden de Calatrava. Ya en el siglo XVI, el féretro de Isabel la Católica paró en la iglesia de este pueblo para hacer noche en su camino a Granada. Unos años más tarde, el Señor del Viso y Valdepeñas compró unos terrenos. Su hijo, Álvaro de Bazán, fijará su residencia y construirá el palacio.
Don Álvaro de Bazán ostentaba el cargo de Capitán General del Mar Océano y era miembro del Consejo de Felipe II. Sin duda, este marino ganó la fama por su maestría y capacidades como estratega. Se enfrentó a berberiscos, turcos, franceses, portugueses e ingleses y nunca fue derrotado, por lo que ocupa un puesto de honor entre los grandes marinos de nuestra historia.
Gracias a este palmarés, destacando Lepanto y Terceiras, el rey le concedió el título de marqués de Santa Cruz y permisos para edificar dos palacios, uno en Valdepeñas, que no se conserva, y otro en el Viso del Marqués. Este último es de estilo italiano y esto se debe a que el marqués pasó largas temporadas en el país y se empapó de su cultura y un fuerte espíritu renacentista. De ahí que su programa iconográfico tiene una gran carga mitológica y se relatan las victorias y hazañas del marino acompañado de diferentes dioses de la mitología clásica y sus andanzas. Como curiosidad mencionar que se conservan pinturas de todas sus batallas a excepción de aquellas que le dieron la fama, las citadas Lepanto y Terceiras, que se destruyeron tras el terremoto de Lisboa (1755).
Años después, el palacio sufrió el deterioro de la ocupación francesa ya que los frisos que mencionaban las victorias del marino frente a los galos no gustaron en demasía. Con el fin de la Guerra de Independencia fue pajar, hospital y cárcel hasta que los marqueses de Santa Cruz decidieron en 1948 donarlo a la Marina por una peseta de papel anual. No es coincidencia que la renta sea ese importe, ya que don Álvaro aparecía en dicho billete.
Desde 1948, el palacio se ha convertido en Archivo General de la Marina y en él se guardan documentos desde 1784 hasta la Guerra Civil. Sin duda, de visita obligada para amantes del arte y de la historia militar. Además, no está de más recordar a uno de aquellos grandes personajes que tuvimos en nuestra historia y, por desagracia, muchos han dejado en el olvido.
Muy interesante. Lo desconocía. Me lo apunto para cuando pase por esa zona. Hice la mili en la Armada y me parece que los que amamos la historia y el mar estamos obligados a visitar éste y otros sitios relacionados con este tema: Museo Naval de Madrid (ahora de obras), Panteón de Marinos ilustres de San Fernando, Ruta de lugares colombinos de Huelva, etc.