Dickie Mountbatten y los Portaaviones de Hielo.

La segunda guerra mundial dejó algunos ejemplos muy interesantes de personajes capaces no solo de sobrevivir a sus fracasos, sino de medrar a pesar de ellos. Uno de ellos fue Lord Louis Mountbatten.

Louis Francis Albert Víctor Nicholas George Mountbatten, I conde Mountbatten de Birmania, había nacido en 1900, con el cambio de siglo, y era bisnieto de la reina Victoria. Cuando en 1917 la familia real inglesa decidió cambiar su germánico apellido: Battemberg, por el más aceptable (Alemania y el Reino Unido estaban en guerra) Windsor, él se decantó por la variante anglófona: Mountbatten. Personaje original, encantador, mujeriego, gran promotor de su persona y bastante dado al autobombo, y con el -en círculos militares- imperdonable defecto de adjudicarse los logros de los demás (ya sabemos que si la derrota es huérfana, la victoria tiene siempre muchos padres), decidió hacer carrera en la marina de guerra.

Lord Louis Mountbatten. La verdad es que como mujeriego hombre de mundo, daba el pego.

Ingresó en la Royal Navy en 1916, y vio algo de acción durante la primera guerra mundial, pero no llegaría a entrar verdaderamente en escena hasta la segunda. Poco después de comenzar esta fue puesto al mando de una flotilla de destructores, donde se distinguió en parte por la valentía con la que cumplía las misiones que se le encomendaban, y en parte por tomar riesgos innecesarios; como cuando prestando servicio en el mar del norte hizo navegar el destructor HMS Kelly a toda velocidad en medio de una tormenta, provocando que el barco estuviera a punto de ser destruido por una ola gigante. La nave sobrevivió, sin embargo, y no sería hundida hasta 1941, aún bajo su mando, prestando auxilio a las tropas británicas que estaban evacuando Creta.

Varado en tierra tras la pérdida de su barco, y a pesar de la oposición de la marina; pero gracias en menor medida a su pertenencia a la familia real, y principalmente debido al patrocinio de Winston Churchill, fue nombrado jefe del departamento de Operaciones Combinadas (los comandos), que dirigió con cierta brillantez, hasta que el fracaso del raid de Dieppe (operación Jubilee), al que dio luz verde a pesar de que sabía que no iba a tener ni el apoyo de la fuerza aérea de bombardeo ni el de los cañones de la marina, y que ejecutó sin informar plenamente de ello a sus superiores, lo hizo caer de nuevo en desgracia.

Sin embargo aquella fue su época más fértil en ideas, pues fue entonces cuando se le ocurrió el proyecto “Habakkuk”, los portaaviones de hielo. Cedamos brevemente la palabra a Lord Alambrooke, quien nos narra la original presentación que hizo Mountbatten de su proyecto:

Reconstrucción de un supuesto portaaviones de hielo. No resulta difícil imaginar los escalofríos que debió sentir el alto mando de la Royal Navy al oír hablar de la idea.

“Dickie, en cuanto se le dio permiso para actuar, hizo una señal, y entonces una cadena de asistentes trajeron grandes bloques de hielo que fueron colocados al final de la habitación. Dickie procedió entonces a explicar que los bloques de la izquierda eran de hielo puro, corriente, mientras que los de la derecha contenían varios ingredientes que los hacían bastante más resistentes y menos propensos a romperse en esquirlas, y en consecuencia eran un material mucho más adecuado para la construcción de portaaviones. Entonces nos informó de que con el fin de demostrar sus afirmaciones había traído consigo un revolver, y de que iba disparar contra los cubos para demostrar sus propiedades. Cuando sacó el revolver de su bolsillo, todos nos levantamos de donde estábamos sentados y nos colocamos discretamente detrás de él. Entonces, nos avisó de que iba a disparar contra el bloque de hielo corriente, para mostrarnos como se rompía en esquirlas, y nos dijo que tuviéramos cuidado con estas. Procedió a disparar. ¡Y nos vimos sometidos a una ducha de esquirlas de hielo! <Ajá> dijo Dickie <esto es justo lo que os había dicho; ahora dispararé contra el bloque de la derecha para mostraros la diferencia>. Disparó, y ciertamente fue distinto; la bala rebotó contra el bloque, y pasó zumbando entre nuestras piernas como una abeja furiosa”.

¡Ese era Mountbatten! En su descargo hay que decir que otro de sus inventos, el PLUTO (Pipe Line Under The Sea – Oleoducto bajo el mar) sería de gran utilidad en Normandía.

A pesar de que más de uno quería su cabeza, sobrevivió incluso a sus peligrosas demostraciones. En 1943 fue ascendido varios rangos, y a pesar de la oposición de la mayoría de la cúpula militar británica, fue nombrado Comandante en Jefe del Mando del Sureste de Asia (SEAC), donde se distinguió por su interés en promover operaciones anfibias contra Malasia y Sumatra. Finalmente dichas operaciones no se llevaron a cabo, pero si la invasión terrestre de Birmania, a la que él se oponía pero que contaba con el beneplácito tanto de sus subordinados como de sus superiores; de modo que no deja de ser irónico que acabara siendo nombrado Conde Mountbatten de Birmania precisamente gracias a las victorias obtenidas en dicha región.

La Campaña de Birmania fue, sin duda, el mayor éxito logrado bajo su mando.

Su carrera fue larga, pues fue uno de los militares en activo más longevos; y entre otras muchas cosas llegó a ser una de los mentores del actual príncipe Carlos. Falleció, finalmente, en 1979, a causa de una bomba puesta por el IRA en el barco en el que había zarpado de pesca. Desgraciado final, pero, sin duda, muy en la onda de tan pintoresco personaje.

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4 comentarios en «Dickie Mountbatten y los Portaaviones de Hielo.»

  1. Y apuntar también que si el era un mujeriego su esposa tampoco era una santa y fue amante de Neru por ejemplo. Pero se llevaban bien, daban buenas fotos e imágenes para los noticieros.

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  2. ¿Cómo pensaba mover el bloque de hielo? ¿Lo moldearía con forma de buque, o solo le pondría una pista de aterrizaje? Me quedan muchas dudas después de leerlo, aunque recuerdo que una vez empecé a leer las memoria de Winston, una odisea la verdad, y hablaba de la idea de hacer barcos de cemento…

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  3. Por lo que he leído, deduzco que la idea era utilizar el hielo como estructura en la que se montarían elementos fabricados al modo corriente: propulsión, armamento, pista de aterrizaje y despegue.

    Sin embargo, a mí, lo que más dudas me provoca, es saber en qué mares se esperaba emplear dichos portaaviones. Supongo que no en el pacífico sur.

    Pero en todo caso, el proyecto fue abandonado porque era excesivamente costoso, así que nos quedaremos sin saberlo.

    Un saludo.

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