La deportación de los tártaros de Crimea (III): 1944, la última tragedia.

 

Como hemos ido comentando hasta aquí, la historia de los tártaros de Crimea, en relación con los gobernantes de Rusia primero, y de la Unión Soviética después, había sido extraordinariamente conflictual. El kanato había sido una fuente de preocupación para la Rusia moderna, hasta su conquista, para posteriormente convertirse en el refugio de los últimos combatientes “blancos” de Ucrania, durante la Guerra Civil Rusa. Tras su evacuación y la llegada del gobierno leninista, los tártaros se vieron sometidos a una intensa persecución, distribuida en diversas fases y que terminó en 1941 con la llegada de la Wehrmacht. Entonces se convirtieron en perseguidores, dando una vuelta a la rueda tan injusta y cruel como la que ellos mismos habían sufrido anteriormente y, lo que es aún más triste, apoyando a unos amos que, en el fondo, también tuvieron la intención de deshacerse de ellos en el futuro.

Subiendo a los trenes.
Subiendo a los trenes.

Sin embargo, a partir de 1943 Alemania empezó a perder la guerra, los grandes proyectos de la Crimea germana empezaron a desvanecerse, y el destino de los tártaros de la península volvió a ser amenazante. El 9 de mayo de 1944 el último soldado alemán abandonó Sebastopol, dos días después, con casi toda la península de Crimea en sus manos, Stalin firmó un documento secreto, el Decreto 589ss del Comité de Defensa del Estado, parte de la cual rezaba:

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