Durante el año 53 a.C. se había organizado de nuevo una rebelión en las Galias, entre los eburones, tréveros, nervios, aduáticos y menapios, pero fueron reprimidos por César.
Aplastada la rebelión, sólo quedaba reinstaurar a líderes galos títeres que quisieran gobernar bajo el poder de Roma. Tras esta campaña de sometimiento, César retiró a sus legiones a los cuarteles de invierno y él marchó a la Galia Cisalpina para ejercer sus deberes de magistrado, aunque el clima que vivían las tribus galas se fuese agitando a pasos agigantados.