El Raid de Doolittle sobre Tokio desde la perspectiva japonesa

Durante el famoso raid de Doolittle sobre Tokio el 18 de abril de 1942 había un sacerdote católico en tierra, Bruno Bitter, que oyó de forma repentina el sonido de las alarmas a eso del mediodía.

«La mayoría de la gente no se lo tomó en serio, pensando que era otro ejercicio». De hecho, había habido ejercicios y simulacros esa misma mañana y acababan de finalizar cuando los B-25 de Doolittle comenzaron a sobrevolar la capital japonesa y sus alrededores.

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Cecil Brown testigo del hundimiento del Repulse y el Prince of Wales

Fue definitivamente el fin de la era de los acorazados. Los británicos no lo tuvieron claro doctrinalmente hasta no sufrirlo en sus carnes. Un periodista de la CBS, Cecil Brown, estaba en el Repulse y radió la noticia a todo el mundo.

Brown  estaba en la cubierta del crucero de batala Repulse cuando aparecieron los primeros bombarderos japoneses. Formando una línea, eran claramente visibles en aquel día despejado. Sobrevolaron los buques sin causar daño aparente. Iban a una altura aproximada de 3.000 metros. Las baterias antiaéreas de los buques británicos no dejaban de disparar.

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Kasuo Sakamaki – El primer prisionero japonés de la Segunda Guerra Mundial

No todo el mundo acaba convirtiéndose en una anécdota de la historia como lo hizo el joven alférez japonés Kasuo Sakamaki el día del ataque a Pearl Harbour.

Y ciertamente no comenzó la jornada de la infamia en los cielos, sino debajo del agua, a los mandos de uno de los cinco minisubmarinos que había lazando la Armada Imperial contra la flota norteamericana del Pacífico el 7 de diciembre de 1941 en conjunción con el ataque aéreo sorpresa sobre la base naval.

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Cruz Victoria – Alfred Sephton

El mar Mediterráneo fue escena de numerosas batallas y combates durante la Segunda Guerra Mundial. Una de esas acciones fue el combate que libró Sephton hasta la muerte.

Sephton

Todo comenzó mientras el 18 de mayo de 1941 el capitán Wanklyn sacaba gentilmente su submarino Upholder de las aguas del Gran Puerto de Malta en direccón a Sicilia, donde también ganaría una VC. En esos mismos momentos se desencadenaba una enorme batalla sobre la isla de Creta. La invasión alemana estaba en marcha.

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Batallas Navales – 1798 La Batalla del Nilo (III y final)

Entonces, cuando empezaba a anochecer, apareció el mismo Nelson con el Vanguard. El buque insignia y los demás navíos atacaron a los franceses por el exterior, avanzando lentamente por la línea y reventándolo todo a su paso.

El único capitán desafortunado fue Iroubridge, el viejo amigo de Nelson. Éste embarrancó el Culloden en un banco de arena frente a la isla de Abukir, pero logró guiar correctamente a los dos barcos que quedaban por entrar en la bahía. Una vez allí los fogonazos de los cañones y los barcos incendiados iluminaron la apacible noche egipcia, al tiempo que cada uno tomaba la posición que le había sido asignada. «Todos conocían sus posiciones», manifestaría más tarde Nelson. «Estaba seguro de que cada cual eligiría su navío francés». El L’Orient de Brueys, con su bodega a rebozar de riquezas, se hallaba en el centro de la línea, cayendo sobre él el Bellerophon.

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Batallas Navales – 1798 La Batalla del Nilo (II)

Al no disponer de fragatas, Nelson no podía ampliar su exploración, alcanzando sus navíos a los de Bonaparte durante las horas de oscuridad (los oficiales franceses de hecho escucharon los cañones de señales ingleses durante una de las noches).

Línea francesa. La flota inglesa se acerca por la derecha.

El almirante inglés echó un vistazo a Alejandría y encontró el puerto vacío, dándose la vuelta para Sicilia. Apenas se podía creer que se hubiera equivodcado. Y en efecto, tan pronto como aparejos y juanetes hubieron desaparecido en el horizonte, los franceses, navegando hacia la costa comenzaron los preparativos para desembarcar. Nelson escribiría posteriormente: «los hijos del diablo tienen la suerte del diablo». La segunda vez fue diferente. Los transportes de Napoleón estaban amarrados en Alejandría, pero su flota, al mando de Brueys, trece navíos de línea incluyendo al gigantesco L’Orient, estaban anclados en la bahía de Abukir, cerca de la boca Rosetta del Nilo.

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Batallas Navales – 1798 La Batalla del Nilo (I)

Uno de los mayores admiradores de Howe fue John Jervis, Earl de Saint Vincent (Conde de San Vicente), y el alumno más destacado e ilustre de Saint Vincent era Horacio Nelson. Howe había servido a las órdenes de Hawke, éste a las de Anson, y Anson recordaba a oficiales que habían luchado en la última de las viejas guerras contra los holandeses. La cadena de la tradición naval no se había interrumpido.

Batalla del Nilo, 1798. Explosiónd el buque insignia francés L’Orient.

Nelson zarpó por primera vez abordo de un navío a los doce años como joven guardia marina. Nacido en 1758, había servido de joven en las Indias Orientales a las órdenes de Hughes contra el líder rebelde indio Hyder Alí. Había luchado por tierra y por mar. Por tierra contra los españoles en Nicaragua y contra los franceses en Córcega, donde perdió su ojo derecho. Por mar en las Indias Occidentales, en Norte América, en el Atlántico y en el Mediterráneo, también contra españoles y franceses, perdiendo su brazo derecho en el fracasado intento de invasión de Tenerife.

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