HMS Dreadnought: teme a Dios y no tengas miedo de nada más (II)

Sin embargo, la propuesta de Fisher no fue ajena a las críticas. Sus opositores creían que la construcción del HMS Dreadnought no sólo haría obsoletos a los acorazados de las potencias rivales, sino también a los propios.

En ese momento la marina británica era la mayor del mundo, pero si otras armadas copiaban el diseño del acorazado monocalibre, toda esa superioridad numérica se vendría abajo. En su defensa Fisher aseguró que Gran Bretaña seguiría siendo el mayor constructor naval del mundo y que botaría barcos más rápidamente que sus rivales.

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HMS Dreadnought: teme a Dios y no tengas miedo de nada más (I)

Hoy damos la bienvenida a un nuevo colaborador, Agustín Daniel Desiderato, historiador e investigador argentino, autor de un artículo sobre el HMS Dreadnought que será publicado en dos partes.

El 10 de febrero de 1906 la Royal Navy del Reino Unido de la Gran Bretaña botó un barco que cambió la guerra naval para siempre. Una nave que, de la noche a la mañana, convirtió en obsoletos a todos los acorazados del mundo. Su nombre fue HMS[1] Dreadnought y su lema “Fear God and Dread Nought” (Teme a Dios y no tengas miedo de nada más).

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El Almirante Cervera y la salida de la Escuadra de Santiago de Cuba (y III)

Acompañaban al Oregón, el Brooklyn, el Texas y el New York –que se sumaba a la batalla.

Crucero Cristobal Colón

El Colón carente de la artillería pesada, se veía imposibilitado de responder a su fuego. En esta desesperada situación, y para evitar que su navío fuese apresado, su Comandante lo lanzó sobre la costa, a las 14 horas, en la desembocadura del río Turquino. Este buque, por su mejor construcción y blindaje, no había recibido graves averías y solo tuvo 1 muerto y 25 heridos.

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El Almirante Cervera y la salida de la Escuadra de Santiago de Cuba (II)

Las condiciones en que se había entablado la acción eran francamente favorables a los norteamericanos, pues podían batir a los buques españoles de uno en uno, enfrentándose la artillería de cada buque contra más de 200 cañones enemigos.

Almirante Oquendo tras la batalla naval de Santiago

Además, era tan superior la protección de los buques norteamericanos que el Brooklyn pese a haber recibido 41 impactos en las primeras fases de la acción, solo perdió un hombre y no sufrió avería seria. En cambio el María Teresa, convertido en una hoguera infernal y con decenas de muertos y heridos, tenía que ser embarrancado en la costa para evitar su captura.

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El Almirante Cervera y la salida de la Escuadra de Santiago de Cuba (I)

Recientemente han quitado el nombre a la calle del Almirante Cervera en Barcelona. A principos del mes que viene se cumplirá el 120 aniversario de la salida de la Escuadra de Santiago de Cuba. En esta entrada y en la siguiente recordaremos las circunstancias de la acción y el honor y la valentía demostradas ante la adversidad por Cervera.

Crucero Almirante Oquendo – Acuarela de Agustín Paloma Martín

El 24 de junio, Auñón, ministro de Marina ordenó a Cervera que se pusiese a las órdenes del capitán general Blanco. En el informe de situación Cervera comunicó a Blanco su obediencia y le informó de su estado: “Creo mi deber exponer el estado de la Escuadra. De 3.000 cargas para cañón Hontoria de 14, solo 620 son de confianza, las demás han sido clasificadas inútiles, no habiéndose reemplazado por faltar existencias a la salida; dos cañones Hontoria de 14 del Vizcaya y uno del Oquendo no ofrecen confianza habiéndose mandado cambiar por otros; el mayor numero de los estopines ofrece poca confianza, carecemos de torpedos Bustamente; al Colón le falta su artillería gruesa; el Vizcaya está muy sucio y ha perdido su velocidad […] tenemos poco carbón y víveres para todo julio. La Escuadra de Bloqueo es cuatro veces superior, por lo que la salida será nuestra destrucción absolutamente segura”.

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Batallas navales – 1811 La otra batalla de Lissa (II)

Como decíamos, con las primeras luces del amanecer del 13 de marzo de 1811, el Active dio aviso de que había divisado una extraña flota a barlovento.

A medida que fue avanzando la mañana, se observó como el enemigo se pegaba a la costa frente a la punta norte de la isla, soplando el viento del noroeste. Dubordieu no perdió un minuto. Formó en dos divisiones, y según las propias palabras de Hoste, «vino de inmediato a atacarnos con todas sus velas». Pero ya sabía como afrontarlo, no en vano había sido alumno de Nelson.

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Batallas navales – 1811 La otra batalla de Lissa (I)

Cuando Nelson puso en estado de navegar el Agamemnon a comienzos de la guerra con Francia en 1793, se llevó como parte de la tripulación a una serie de mozalbetes de su propio condado de Norfolk.

Entre ellos estaba William Hoste, por entonces de doce años de edad, que se convertiría con el tiempo en uno de sus mejores oficiales. Este discípulo aventajado de Nelson sirvió con él en numerosas batallas, incluidas las del Cabo de San Vicente y la del Nilo, siendo capitán a la edad de veintidós años. Siempre le pesaría no haber combatido en Trafalgar por haber estado desempeñando una misión en otro lugar.

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