Churchill; El instante más oscuro.

Hace unas semanas interrumpía la serie de entradas dedicada al desarrollo del arma de portaaviones entre ambas guerras mundiales para hacer una breve e injusta reseña (no había sido capaz de verla entera) sobre la película Churchill. Debo decir que frente a mi estupor al pensar que las primeras escenas nos mostraban los restos del desembarco de Normandía, un lector me reconvino, en Facebook, para recordarme que se trataba de Gallipoli, el gran fracaso churchiliano, y tenía mucha razón a pesar de que, probablemente, los tiempos “han pasado casi treinta años” que tanto me escandalizaron entonces, sean el único dato claro que permita identificar la escena.

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Pero vamos al grano. En esta ocasión, y una vez terminada la serie aeronaval, he venido a meterme con la segunda película de Churchill que nos regaló 2017: El instante más oscuro. Antes de empezar a adelantar contenidos, cosa que ya voy avisando para quienes no la hayan visto, hacer un breve repaso por algunas características técnicas. Me gustó mucho la ambientación, sobre todo la atmósfera del cuartel general subterráneo del premier británico, por el que la cámara se desplaza con total facilidad sin dejar, en ningún momento, de transmitirnos lo atestado que estaba el espacio. Dos cosas llaman, curiosamente, la atención: el minúsculo y descarnado cubículo que corresponde a la secretaria; y el hecho de que en aquel atestado búnker se fume de forma constante. Hemos perdido, sin duda, la costumbre de ver el tabaco en lugares cerrados, y se nos hace extraño lo que no hace mucho era totalmente normal.

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