El nacimiento del portaaviones (IX): El diseño.

El concepto de batalla que comentábamos en las dos entradas anteriores, en las que explicamos que la primacía doctrinal seguía siendo del acorazado, y cual había de ser la función del portaaviones en la flota, influyeron decisivamente en el desarrollo de la aviación naval. Por ejemplo, la idea de buscar el dominio del mar mediante un combate decisivo hizo que las ideas de protección del comercio, o el concepto de portaaviones de escolta, quedaran en segundo plano en lo que a doctrina y, sobre todo, adjudicación de recursos, tanto industriales como económicos se refiere. Entre los imaginativos conceptos que jamás llegarían a ver la luz podemos incluir los “portaaviones mercantes”, el resultado de todo esto, menos onírico, fue que una gran potencia mercante como el Reino Unido iba a entrar en guerra, en 1939, sin un solo portaaviones de escolta destinado a la protección del comercio.

El HMS Ark Roya fue sin duda uno de los portaaviones más famosos de la Royal Navy

Además, la idea de que los portaaviones iban a tener que operar junto con la flota, y en las restringidas aguas europeas, tuvo mucho que ver con el enfoque empleado para el diseño de estos buques, que serían naves acorazadas, capaces de seguir operando y a flote a pesar de encajar daños importantes –una circunstancia que, por otro lado, decía muy poco de la fe de la Marina en sus propios cazas embarcados–.

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