Muerte de un general alemán (VII) – Werner von Fritsch

Hoy veremos la triste historia del general Werner von Fritsch, jefe del OKH en 1934 y posteriormente caído en desgracia.

Fue el segundo general alemán en morir en la guerra y el primero de la Wehrmacht durante el asedio de Varsovia. Se dice que buscó la «muerte del soldado» ante el deshonor al que lo habían sometido los líderes nazis.

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Hadik toma Berlín (1757)

El año es 1757. El pequeño Reino de Prusia, liderado por Federico II el Grande sigue en una guerra desigual contra el Reino de Francia y los Imperios de Austria y Rusia. Su único apoyo procede de Hannover e Inglaterra, pero eso no le impide destacar y vencerá en el año 1757 a los francoaustriacos en Rossbach y a los austriacos en Leuthen.

Pero antes de estas victorias, los prusianos serán expulsados de Bohemia tras la batalla de Kolin, la primera victoria austriaca ante Federico el Grande. Además de las tropas regulares, uno de los puntos fuertes en el ejército de los Habsburgo son las tropas irregulares y hostigadores, como los pandurs croatas o los húsares hungaros. Dichas unidades podían  seguir y tomar información de los ejércitos enemigos y hostigar al tren de suministros rival.

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Los Motes del General Patton

Es de sobra conocido que al inolvidable George Smith Patton se le conoció con el sobrenombre de “old blood and guts” [lo que se traduce como “el viejo sangre y agallas”]. El origen de esta denominación suele buscarse, de modo bastante general, en su comportamiento en combate, su empuje, su insistencia en la ofensiva constante y en su florido lenguaje; no obstante, hay dos posibilidades mucho más concretas con respecto al origen de este mote.

George S. Patton fue el creador de la primera unidade de carros de combate estadounidenses, durante la primera guerra mundial.

La primera cuenta como, mientras entrenaba y preparaba la que sería la 2ª División Blindada del Ejército Estadounidense, solía impartir largas conferencias a los jóvenes oficiales que acudían a la escuela de formación divisionaria en las que, entre otras descriptivas frases, solía indicarles que cuando entraran en combate los más probable era que se encontraran “metidos hasta el cuello en sangre y agallas”. Así, parece ser que una noche, en los acuartelamientos de oficiales solteros, un teniente observó, al mirar su reloj, que “era casi la hora de ir a escuchar al viejo sangre y agallas”; comentario que fue recibido con muchas risas, dando sí nacimiento al sobrenombre.

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Dickie Mountbatten y los Portaaviones de Hielo.

La segunda guerra mundial dejó algunos ejemplos muy interesantes de personajes capaces no solo de sobrevivir a sus fracasos, sino de medrar a pesar de ellos. Uno de ellos fue Lord Louis Mountbatten.

Louis Francis Albert Víctor Nicholas George Mountbatten, I conde Mountbatten de Birmania, había nacido en 1900, con el cambio de siglo, y era bisnieto de la reina Victoria. Cuando en 1917 la familia real inglesa decidió cambiar su germánico apellido: Battemberg, por el más aceptable (Alemania y el Reino Unido estaban en guerra) Windsor, él se decantó por la variante anglófona: Mountbatten. Personaje original, encantador, mujeriego, gran promotor de su persona y bastante dado al autobombo, y con el -en círculos militares- imperdonable defecto de adjudicarse los logros de los demás (ya sabemos que si la derrota es huérfana, la victoria tiene siempre muchos padres), decidió hacer carrera en la marina de guerra.

Lord Louis Mountbatten. La verdad es que como mujeriego hombre de mundo, daba el pego.

Ingresó en la Royal Navy en 1916, y vio algo de acción durante la primera guerra mundial, pero no llegaría a entrar verdaderamente en escena hasta la segunda. Poco después de comenzar esta fue puesto al mando de una flotilla de destructores, donde se distinguió en parte por la valentía con la que cumplía las misiones que se le encomendaban, y en parte por tomar riesgos innecesarios; como cuando prestando servicio en el mar del norte hizo navegar el destructor HMS Kelly a toda velocidad en medio de una tormenta, provocando que el barco estuviera a punto de ser destruido por una ola gigante. La nave sobrevivió, sin embargo, y no sería hundida hasta 1941, aún bajo su mando, prestando auxilio a las tropas británicas que estaban evacuando Creta.

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Muerte de un general alemán (V) – Ritter und Edler von Dawans

Con la noticia de los primeros desembarcos en las playas de Normandía, las divisiones panzer alemanas desplegadas en el Oeste eran la única posibiliad de expulsar a los aliados al mar.

El Grupo Panzer del general Geyr von Schweppenburg había sido traído al frente el 7 de junio, pero no pudo hacer ninguna acción remarcable hasta la anochecida del 10 de junio. Sus órdenes eran expulsar al enemigo de Normandía con todas las fuerzas blindadas a su disposición.

La primera unidad en atacar fue el I Cuerpo Panzer SS, resultando su entrada en acción un fracaso. En medio de este contratiempo, un ataque aéreo de la RAF el 10 de junio provocó el desastre: el cuartel general del Grupo Panzer sufrió de lleno el bombardeo de los bombarderos británicos, matando al general Ritter und Edler von Dawans, junto a todo su estado mayor.

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Españoles Olvidados (I) – José de Ribas, héroe ruso y fundador de Odessa

José Pascual Domingo de Ribas y Boyons, más conocido en la Corte del Zar como  Осип Михайлович Дерибас – Испан, esto es,  Osip Mijáilovich Deribas – Ispan (español).

Almirante de la Flota Rusa, gozó del favor de Catalina la Grande, y de la amistad del príncipe Potemkin,  del generalissimo Suvorov, y del héroe de la independencia norteamericana John Paul Jones, por entonces al servicio de la emperatriz, y junto al cual combatió a los turcos en Ucrania. José de Ribas nació en 1749 y era hijo del cónsul de España en Nápoles, reino que en aquella época estaba bajo la protección de España. El padre de José pertenecía a la nobleza catalana, cuestión que José de Ribas dejó clara cuando se alistó en el ejército ruso al hacer constar en el documento que pertenecía a la nobleza española (iz ispánskij dvorián).

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Bernardo de Gálvez (III) – La toma de Fort Charlotte en Mobila (Alabama)

Sin embargo el militar español sabía que no debía perder la iniciativa que tan buenos resultados le había dado hasta entonces. Ya se había liberado de la amenaza que tenía a su espalda, al Noroeste, y podía actuar con las manos libres contra las posiciones inglesas en el Este: Mobila y Pensacola.

Maqueta del asedio español a Fort Charlotte en Mobila conservada en el museo Conde de Mobile

En realidad este era su ambicioso plan inicial, eliminar la presencia británica en todo el golfo de México. Para ello partió con premura hacia Mobila al frente de unos 1200 expedicionarios a bordo de 14 barcos menores pero al llegar a su bahía una tempestad los destrozó perdiéndose 6 de ellos y muriendo unos 400 hombres. El general Campbell recibe dicha información en Pensacola y sale con 1100 soldados para aniquilar a los españoles supervivientes.

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