Annapolis – El sorprendente final del Crucero Reina Mercedes

En 1953 el embajador de España en USA, JM Areilza en una visita oficial a la Academia de Annapolis descubrió que en un muelle conservaban los norteamericanos el casco del crucero Reina Mercedes, perdido en Santiago de Cuba en 1898.

El crucero Reina Mercedes en los muelles de la Academia Naval de Annapolis.

El crucero Reina Mercedes no salió de Santiago aquel fatídico 3 de julio de 1898. Sus calderas estaban inservibles y había quedado como batería flotante. Tras el desastre de Cervera, su tripulación lo hundió en la boca de la rada, pero los norteamericanos acabaron reflotándolo y llevándoselo a la Academia de Annapolis, donde tuvo diversos usos hasta convertirse en un museo. Su descubrimiento por parte del embajador español llevó a la gestión de los trámites necesarios para que se produjera su baja definitiva, instancias que llegaron hasta el mismísmo presidente Eisenhower, que dio el impulso definitivo. Así lo cuenta José María de Areilza en sus memorias.

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Enzo Grossi – El escándalo de un supuesto As de Submarinos

Hubo muchos fiascos en la Segunda Guerra Mundial, pero a quien nadie igualó sin duda fue a Enzo Grossi, comandante de un submarino italiano que pretendía haber hundido dos acorazados estadounidenses en aguas del Atlántico sur, en 1942.

Recibió por ello la Medalla de Oro al Valor, de manos de Mussolini, y la Cruz de Caballero, por parte de Hitler. Grossi apareció varias veces en el noticiero nacionalsocialista, medio desnudo junto a su periscopio.

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RHEINUBUNG Y EL BISMARCK (IV) – La Caza

A últimas horas de la tarde llegaron los biplanos Swordfish enemigos. Los aviones procedían del Ark Royal, que había llegado de Gibraltar.

El portaaviones se encontraba a apenas 160 km, distancia asequible incluso para los venerables Swordfish. Esta vez se presentaron 15 atacantes, volando a ras de las olas y avanzando tan lentamente que parecían estáticos. El Bismarck, en palabras de uno de sus marineros, se convirtió en “una montaña que vomitaba fuego”:

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RHEINUBUNG Y EL BISMARCK (III) – La Huida

Los dos buques alemanes estallaron en una algarabía general. Los tripulantes se daban palmadas unos a otros y gritaban y cantaban. Habían hundido el buque de guerra más famoso del mundo, el orgullo de la Royal Navy.

Los oficiales tuvieron que chillar y amenazar para que cada uno volviera a su puesto. El Prince of Wales seguía allí. Sus andanadas sexta y séptima horquillaron al acorazado y tres de los proyectiles lo alcanzaron. El Bismarck y el Prinz Eugen giraron sus cañones hacia el nuevo blanco y dispararon casi al mismo tiempo.

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RHEINUBUNG Y EL BISMARCK (II) – Duelo de Acorazados

A la mañana siguiente, el tiempo empeoró, acompañando las nubes a los buques alemanes como cortinas de protección”. La visibilidad se redujo a 350 metros.

Para mantener la formación, los dos navíos encendieron sus reflectores. Lütjens y sus oficiales estaban convencidos de que habían logrado escapar y que pronto tendrían vía libre en el Atlántico, donde no menos de once convoyes estaban cruzando el océano. La única señal inquietante llegó de B-Dienst, el grupo de interceptación radiofónica y descifrado de la armada, que informó, por unos mensajes decodificados, que los británicos habían detectado a los navíos alemanes y los esperaban en aguas del Ártico.

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RHEINUBUNG Y EL BISMARCK (I) – Proa a Islandia

En cierta ocasión, Adolf Hitler confesó: “En tierra soy un héroe, pero en el mar un cobarde”. Esta es la historia de la primera y última singladura del acorazado alemán Bismarck.

Acorazado Bismarck

Aunque el Führer se interesaba por los submarinos y acorazados y participaba en conversaciones técnicas, no tenía la menor idea de lo que era el poderío naval o de cómo conducir una guerra en el mar. En consecuencia, la armada del Tercer Reich, más que cualquier otra arma, era creación de sus oficiales.  El almirante Erich Raeder procuraba mantenerse distanciado de los nazis. A pesar de las presiones, conservó el saludo naval tradicional alemán.

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Operación Especial P – Prien en Scapa Flow (IV)

Trece minutos después del ataque, el casco del Royal Oak zozobraba y se deslizaba bajo las aguas de Scapa Flow, llevándose consigo a 833 oficiales y marinos.

Los tripulantes del submarino se sintieron exultantes; pero todavía tenían que pasar su peor prueba. Mientras Prien hacía dar la vuelta al U-47 y se dirigía toda velocidad hacia la ruta de escape, detrás del submarino se formó una claramente visible

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