Los de la última carga (I): La división de Pickett.

Julio de 1938, un grupo de simpáticos ancianitos, algunos de ellos vestidos de gris, se alinea a la salida de Spangler’s Woods, sobre la cresta de una colina. Algunos se han visto recientemente, otros no se habían reencontrado desde hacía años, pero muchos de ellos parecen reconocerse, o al menos reconocer las unidades en las que sirvieron en el pasado: Armistead, Lowrance, Pettigrew, Pickett… Un rato después, se ponen en marcha, cruzan el valle despacito, apoyados en sus bastones algunos, ayudados por familiares otros, el más joven de ellos tiene, como mínimo, setenta y cinco años. Poco a poco se van acercando a la carretera de Emmitsburg, a Cemetery Ridge, al muro de piedra, al bosquecillo y al “Ángulo”, lugares a los que entonces sobrevivieron de milagro, pero a los que no les importa volver en este día.

Una escena de la reunión de veteranos de 1938, saludándose desde ambos lados del muro.

Lugares en los que ahora les espera otra fila de ancianos, todos ellos sin duda mayores también de setenta y cinco años, algunos todavía vestidos de azul, otros ataviados con las prendas que les ofrece su propio tiempo, la mayoría sonrientes. Finalmente, los caminantes llegan a lo alto de la cresta, su destino por segunda vez en sus vidas, y allí saludan a los que los esperaban, se abrazan, charlan… No deja de ser irónico que el 3 de julio de 1863, tres cuartos de siglo antes, aquellos mismos hombres hubieran hecho todo lo posible por matarse, pero ahora la Guerra de Secesión ha terminado, Gettysburg es solo un parque nacional y un momento a las glorias del pasado y, la carga de Pickett, material para los libros de historia.

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