La Reunión Rommel-Paulus en África – Parar o Seguir (abril 1941)

Ya se lo anticipaba Rommel a su esposa en una carta el 25 de abril de 1941: «Grecia será derrotada pronto y entonces será posible que nos envíen más ayuda. Paulus llegará dentro de unos días. La batalla por Egipto y el Canal va ahora en serio y nuestro duro oponente resiste con todo lo que tiene.

El general Paulus era por entonces Jefe adjunto del Estado Mayor General del OKH, y llevaba diseñando desde el invierno anterior la Operación Barbarroja bajo la tutela del general Halder. Uno de los varios viajes de inspección que llevó a cabo en el invierno y primavera de 1941 fue al norte de África, al cuartel general del general Rommel. La intención de Paulus era persuadir a Rommel para que se pusiera por el momento a la defensiva debido a la escasez de suministros y a las dificultades para mantener una ruta logística tan alargada en semejante coyuntura.

Halder, Jefe del Estado Mayor General del OKH no había llevado bien la desobediencia de Rommel, y la presencia de Paulus allí era señal de que querían controlar sus movimientos. Según comenta Rommel en sus memorias: Cuando el general Paulus vino a Africa nos dijo que nuestro rápido e improvisado avance a través de Cirenaica había hecho que los británicos retiraran sus tropas de Grecia; un movimiento que había sido enteramente contrario a las intenciones del Alto Mando.

A este efecto, Liddell Hart desmonta con la perspectiva de la historia la visión de Paulus en abril de 1941: En realidad el general Paulus estaba equivocado en que el rápido avance en Cirenaica produjera la retiarda de las fuerzas británicas de Grecia. En realida se debió al efecto del rápido colpaso de Yugoslavia ante la Blitzkrieg y a la amenaza al flanco occidental abierto del ejército británico en Grecia. Tan pronto como esto ocurrió, las autoridades griegas sugirieron que la fuerza expedicionaria debía ser evacuada con el fin de evitar la devastación de Grecia.

Paulus recién llegado a África

El general Wilson se retiró apresuradamente hacia el sur hasta la península del Peloponeso, obviando la tentación de resistir heróicamente en las Termópilas mientras la armada se apresuraba al rescate. Tres cuartas partes de la fuerza fueron evacuadas y puestas a salvo, aunque casi 12.ooo soldados fueron dejados atrás con la mayor parte del equipo.

Tras conocer los argumentos de Paulus, Rommel le dio, según sus memorias, las siguientes razones para mantener su postura: A la interpelación del general Paulus, argumenté:

1. Que no sabía nada del plan del Alto Mando en Grecia, y que, en cualquier caso, dudaba mucho que hubiéramos podido atrapar a los británicos en Grecia, dando por sentado que estaban en el suroeste al teimpo del ataque alemán. Por norma, siempre habían sido capaces de sacar a sus tropas por mar muy rápidamente cuando llegaba el momento. Solo había que mirar a Dunquerke, Andalsnes y, no menos, la misma Grecia, donde la Royal Navy logró evacuar hasta el norte de África o Creta a la gran mayoría de las tropas imperiales que había allí al comienzo de la ofensiva alemana.

Rommel ayudando a sacar su vehículo de la arena

2. Desde mi punto de vista hubiera sido mejor mantener nuestras manos fuera de Grecia, y haber creado una concentración de fuerzas en el norte de África para expulsar a los británicos del Mediterráneo. Las unidades de la fuerza aérea que empleamos en Grecia debieron haber sido utilizadas para la protección de los convoyes con destino África, y las posibilidades de transporte de nuestra flota deberían haberse incrementado al máximo. Se debería haber tomado Malta en vez de Creta.

De haber habido poderosas fuerzas alemanas en el norte de Africa hubieramos podido tomar toda la costa mediterránea ocupada por los británicos, lo que hubiera dejado aislado el sur de Europa. Grecia, Yugoslavia y Creta no hubieran tenido más remedio que entregarse, ya que el aprovisionamiento y ayuda del Imperio Británico hubiera sido imposible.

El precio de bajas de este plan -que no solo hubiera alcanzado nuestros objetivos en el sureste de Europa, sino que también hubiera asegurado el área mediterránea y el Próximo Oriente como fuentes de petróleo y bases para el ataque a Rusia -no hubieran sido mucho más grandes que el precio que pagamos en Grecia, Yugoslavia, Creta y el norte de Africa en el verano de 1941.

Pero nuestros superiores se sentían cohibidos respecto a llevar a cabo una gran operación en un teatro de guerra donde las provisiones debían ser llevadas por mar, y los circulos en los que primaban las ideas obsoletas y pasadas de moda lucharon con unñas y dientes, tanto antes como después, contra tal operación.

La experiencia que había obtenido durante el avance a través de Cirenaica fue la base principal de mis operaciones posteriores. Exigí mucho durante la campaña, mucho más de lo que permitían los precedentes, y así llegué a crear mis propios estándares. Uno está obligado una y otra vez a reaprender. Los estándares originados en el pasado se basan en rendimientos medios menores, y por esta razón, uno no debería someterse a ellos.

En carta del 6 de mayo de 1941, Rommel escribía a su esposa: «Paulus se ha marchado, aunque Froelich acaba de llamar para decir que no podría volar debido al Ghibli. El agua es muy escasa en Tobruk……»

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