La batalla de Santa Cruz (XI). Los americanos despegan.

Son las 6.58 horas del 26 de octubre de 1942. Apenas han pasado unos minutos desde que el Zuhio fue alcanzado en su cubierta de vuelo y obligado a retirarse de la batalla, cuando el oficial de complemento Ukita Tadaaki informa del avistamiento de un portaaviones escoltado por otros cinco barcos; y poco después concreta indicando que es de la clase Saratoga y que va escoltado por otras quince naves. Se trata de un error, pues los norteamericanos no tienen ningún buque de esta clase en la zona, pero no se equivoca el japonés al especificar que el portaaviones se halla a 340 km, rumbo 125º de la 1.ª División de Portaaviones de Nagumo.  

USS SARATOGA (CV-3) (foreground) and USS LEXINGTON (CV-2)
Magnífica foto en la que podemos ver el USS Saratoga y el USS Lexington, reconocibles por sus grandes islas. Ninguno de ellos estaba en Santa Cruz.

La noticia es de suma importancia pues en ese momento los japoneses creían estar navegando hacia su enemigo, y en realidad lo estaban dejando al sur, es decir, se estaban metiendo en una emboscada. Sin embargo, como en casi todos los avistamientos y comunicaciones de esta batalla, algo no estaba bien. El avión de Ukita es el número cuatro, pero se ha identificado como el número uno, lo que hace que la ubicación que comunica resulte sospechosa, pues el avión número uno tenía asignada otra zona de búsqueda. La cosa se complica cuando, poco después, un avión del Zuikaku (el número cuatro era del Shokaku) informa del avistamiento de un segundo portaaviones. Al final, los japoneses van a cortar por lo sano y, ante el temor de que se produzca una nueva catástrofe como la de Midway (la pesadilla personal de Nagumo), deciden dar por buenos los informes recibidos y se aprestan para la batalla.

Entretanto, tras recibir el mensaje de los Dauntless que ubica a los portaviones en dirección 300º a entre 300 y 320 km, Kinkaid ordena virar con rumbo 330 y aumentar la velocidad a 27 nudos. Son las 7.08 horas y ambas flotas avanzan ya, decididamente, una hacia otra. Entre las 7.32 y las 7.43, tanto el USS Enterprise como el USS Hornet viran, aproan al viento y lanzan sus escuadrillas.

Photo #: 80-G-K-15976 Douglas SBD-3 "Dauntless" scout bomber
Preparando la ametralladora trasera de un Dauntless

Del primero, que tiene 20 Dauntless en misión de búsqueda y que ha perdido varios aviones el día anterior, por lo que su grupo aéreo no es tan numeroso despegan:

  • 3 SBD Dauntless de la escuadrilla Bombing 10 pero conducidos por pilotos de la escuadrilla Scouting 10 bajo el mando del alférez de fragata George Glen Estes.
  •   8 TBF Avenger de la escuadrilla Torpedo 10 bajo el mando del capitán de corbeta Jack Collet.
  • 8 F4F WIldcat de la escuadrilla Fighting 10 bajo el mando del también capitán de corbeta Jimmy Flatley.
  • y un 1 TBF Avenger desarmado pilotado por el capitán de fragata Gaines para evaluar el ataque.

Estos aviones debían, inicialmente, unirse a los que despegan del Hornet, pero los norteamericanos no tienen doctrina ni práctica alguna en fusionar en vuelo escuadrillas de diversos navíos, y al final se les dice que vuelen por su cuenta.

Bush in Avenger Cockpit
En la cabina de un Avenger. A efectos puramente anecdóticos, este piloto se llamaba George H. W. Bush, y probablemente no sabía que acabaría siendo presidente de los estados unidos.

En lo que al Hornet se refiere, su fuerza de ataque llevaba lista desde el día anterior, por lo que no solo va a lanzar más aviones, sino que lo hace en un tiempo récord. En total, del Hornet parten:

  • 15 SBD Dauntless de las escuadrillas Bombing 8 y Scouting 8 bajo el mando del capitán de corbeta William J. “Gus” Widhelm.
  • 6 TBF Avenger de la escuadrilla Torpedo 6 bajo el mando del teniente de navío Edwin B. “Iceberg” Parker.
  • Y 8 F4F Wildcat de la escuadrilla Fighting 72, equipados con depósito de combustible suplementario, bajo el mando del capitán de corbeta Henry Sanchez.

Los aviones del Hornet no solo no se unirán con los del Enterprise, como hemos dicho ya, sino que van a dividirse a su vez en dos grupos. Los bombarderos, escoltados por cuatro Wildcat, suben hacia las alturas, mientras que los torpederos, escoltados por los otros cuatro, van a volar hacia el enemigo a 240 m de altura.

Con sus fuerzas en vuelo, ambos portaaviones retoman el rumbo hacia el enemigo mientras reúnen los aviones que les quedan a fin de lanzar una segunda oleada.

Mientras la máquina aeronaval estadounidense se despliega, suceden cosas extrañas a su alrededor. A las 7.15 horas el crucero Northampton había informado de un contacto radar que ninguno de los portaaviones ha sido capaz de obtener; y a las 7.37 el acorazado South Dakota indica haber interceptado conversaciones de radio en japonés. Sin duda, el enemigo también está ahí fuera.

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