Cruz Victoria – James Nicolson

James Brindley Nicolson fue uno de los pocos de Churchill. En 1936 se hizo alumno de la escuela de pilotos de la RAF a los 19 años y perteneció al 249.º Escuadrón.

 

Tras la caída de Francia fue trasladado al sur de Inglaterra, y en agosto de 1940 era ya un piloto veterano ansioso de acción en cada posible ocasión, cosa que en ese tiempo era el día a día de los Hurricanes del 249.º Escuadrón, que defendían los cielos de Southhampton contra los cazas y bombarderos alemanes que buscaban sus objetivos en los puertos sureños.

La gran ocasión de Nicolson llegó el 16 de agosto. Acudiendo a su avión tras una alarma, lo aceleró a máximo y despegó. Una vez hubo ganado altura descubrió el cielo atestado de estelas blancas de vapor de agua sobre Southhampton y la isla de Wight. Entonces vio al enemigo y se dispuso a atacar.

Era una oleada de bombarderos escoltados por algunos cazas. Nicolson recibió órdenes de interceptar a estos últimos. Con otros Hurricane de su escuadrón picó y estableció contacto. A 480 kilómetros por hora y a unos 5.000 metros de altura los aviones se enredaron.

Nicolson puso su ojo en un Messerschmitt, pero cuando trataba de ganar la posición para atacarlo, otro avión alemán, un Bf 110, disparó primero y acertó en el Hurricane. Cuatro disparos de cañón impactaron en el aparato británico. Uno atravesó la cabina, hiriendo a Nicolson en un ojo; otro lo hirió gravemente en el pie; y los dos restantes dañaron el motor e incendiaron el depósito de reserva.

El combustible comenzó a derramarse sobre los cilindros, y empezó a colarse en la cabina por debajo del panel de mandos. Las llamas comenzaron a extenderse y a abrasar el interior de la cabina. El rebufo de la hélice las avivó hasta tal punto que Nicolson apenas podía ver las maniobras del avión alemán con el ojo que le quedaba sano.

Pese a todos sus esfuerzos apenas podía mantener su caza bajo control. Para entonces la parte baja del panel de mandos y el suelo de la cabina estaban en llamas. Nicolson buscó la palanca de apertura para salir de aquel infierno. Sus extremidades se estaban quemando.

Pero cuando estaba a punto de saltar vio de nuevo al Messerschmitt delante de él. Sin pensárselo un segundo, se volvió a dejar caer en la cabina en llamas, agarró de nuevo la palanca de mando y gobernó el timón con los pies en los pedales. En ese momento tenía una leve consciencia de lo que estaba haciendo y de cual era su estado. Toda la parte inferior de su avión ardía en llamas.

De algún modo Nicolson logró poner en su mira al caza alemán. Las llamas le llegaban a la cintura y sus manos se derretían en los controles. Aguantó hasta que estuvo a una distancia a la que sabía que no podía fallar. Entonces apretó el botón y disparó sus ametralladoras.

Una gran ráfaga impactó en el avión enemigo. El Messerschmitt cayó mortalmente herido y entró en barrena. Nicolson estaba todavía en el interior de la cabina en llamas. Reuniendo las fuerzas que le quedaban, forcejeó para levantarse por segunda vez. Liberó la palanca de apertura de la carlinga y saltó.

Ya en el aire tiró de la anilla de su paracaídas. Cayó inconsciente en la campiña a las afueras de Southhampton. Presentaba graves quemaduras en manos, cara, cuello y piernas. La ayuda de tierra llegó rápidamente y lo llevaron con urgencia al hospital más cercano, donde se debatió durante dos días y dos noches entre la vida y la muerte.

Logró recuperarse, y tras mucha insistencia obtuvo permiso para seguir volando. Fue destinado al sureste asiático como oficial en jefe de entrenamiento. Desgraciadamente no pudo ver el final de la guerra, al morir en un accidente aéreo cuando volaba un bombardero Liberator en la bahía de Bengala.

James Nicolson, espíritu representativo de los pocos de la batalla de Inglaterra, fue el único piloto de caza en obtener la Cruz Victoria. En 2015 se repintó un caza Eurofighter Typhon con los esquemas de color de la Segunda Guerra Mundial y con el distintivo del escuadron de Nicolson (GN-A) para conmemorar el 75.º Aniversario de la Batalla de Inglaterra.

Viene de Cruz Victoria – Alfred Sephton

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