Gettysburg, 150 Aniversario (I/3)

No somos muy dados a las efemérides, pero hay algunas que son difícilmente olvidables. Por ejemplo hoy, primero de julio del año 2013, se cumple el aniversario de lo que tal vez pudo ser pero no fue; pues hace 150 años, junto a una localidad de Pennsilvania llamada Gettysburg, el federal Ejército del Potomac y el confederado Ejército de Virginia del Norte chocaron en una batalla que pudo haber cambiado la historia. Dedicaremos pues la entrada de hoy, una extraordinaria mañana y la del miércoles, a hacer una breve narración de algunos de los acontecimientos que tuvieron lugar el 1, 2 y 3 de julio de 1863.

Los movimientos del Ejército de Virginia del Norte, y del Ejército del Potomac, camino de Gettysburg.

EL PRIMER DÍA

El origen inmediato de la batalla podemos encontrarlo el día anterior, 30 de junio, cuando tropas confederadas de la división del General Heth trataron de entrar en Gettysburg, con la idea de que allí había un almacén de zapatos. Si tenemos en cuenta que, tan solo una semana antes, habían pasado por allí las tropas confederadas del General Ewell, “recogiendo” en el pueblo todo lo que pudiera ser de utilidad al ejército confederado, la ilusión de los zapatos no era más que eso.

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Julio Cesar y la decisiva campaña del año 52 aC (II) – Avarico y Gergovia

Avarico

Vercingétorix sabía que no podía vencer a César en batalla abierta, por lo que diseñó una nueva estrategia: realizarían pequeñas emboscadas, él y su ejército acecharían a los romanos desde la distancia.

Diorama del asedio de Avarico en la academia militar de West Point.

Además, conocían el punto débil del ejército de César: las provisiones. En un consejo los galos acordaron que a medida que el ejército romano se acercase a las poblaciones quemarían todo lo que pudiera ser útil para los romanos antes de evacuarlas. Es decir, tomaron una política de tierra quemada. César según avanzaba se quedaba sin provisiones y para colmo sus partidas de búsqueda eran atacadas continuamente por contingentes galos.

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Julio Cesar y la decisiva campaña del año 52 aC (I) – Se gesta la rebelión

Durante el año 53 a.C. se había organizado de nuevo una rebelión en las Galias, entre los eburones, tréveros, nervios, aduáticos y menapios, pero fueron reprimidos  por César.

Aplastada la rebelión, sólo quedaba reinstaurar a líderes galos títeres que quisieran gobernar bajo el poder de Roma. Tras esta campaña de sometimiento, César retiró a sus legiones a los cuarteles de invierno y él marchó a la Galia Cisalpina para ejercer sus deberes de magistrado, aunque el clima que vivían las tribus galas se fuese agitando a pasos agigantados.

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Medalla de Honor – John Basilone

John Basilone, héroe de Guadalcanal. En una noche y con su sección de ametralladoras mantuvo a raya el ataque japonés sobre el Campo Henderson, llegando en numerosas ocasiones al combate cuerpo a cuerpo.

Nacido en Buffalo, Nueva York, el 4 de noviembre de 1916, y criado en Raritan, Nueva Jersey, John Basilone era uno de los diez hijos de un sastre italo-americano. No destacaba por ser un buen estudiante, así que decidió abandonar los estudios tras finalizar primaria. Entonces, trabajó un tiempo como caddie en el Raritan Valley Country Club hasta que cumplió 18 años.

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Aprendiendo a Volar: las escuelas de pilotos en la Primera Guerra Mundial. (II/2)

Por supuesto el aprendizaje no siempre era tan sencillo. En invierno, las condiciones atmosféricas solían alargar el proceso, y en verano, el calor podía provocar corrientes de aire ascendente que llegaban a ser peligrosas para los aprendices, hasta el punto de que los vuelos de entrenamiento solían hacerse al alba o al atardecer, recibiendo los alumnos permiso para efectuar la prueba del alba en pijama, cuestión de estar listos más rápidamente.

Spad VII B, pintado con los colores del 19th Sqdn, RFC

Otro elemento interesante –en todas las escuelas- eran los instructores. La mayoría eran pilotos “quemados”, algunos de los cuales, como cuentan las memorias de los aprendices, tartamudeaban hasta ser incomprensibles, mientras que otros se limitaban a acomodarse en tumbonas, cerca de los campos de entrenamiento, para observar las evoluciones de sus alumnos. Los consejos que daban también solían ser de lo más variopinto: si se le apaga el motor sobre una zona arbolada –horrible perspectiva- el mejor árbol sobre el que caer es el manzano; y si se le incendia el avión, indicaba otro –perspectiva, si cabe, aún más espantosa- lo que hay que hacer es cortar la gasolina y encomendarse a Dios.

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