Párkany, la Resaca.

Aunque, como hemos visto en las dos entradas anteriores, la guerra podía otorgar a los combatientes algunos momentos de locura, al final recuperaba sus fueros. Esta es la tercera y última entrega de esta curiosa narración sobre los acontecimientos que tuvieron lugar aquella noche en la tierra de nadie, justo en la linde de la batalla.

Soldados soviéticos en zona urbana, en esta ocasión no es Párkány, sino el sur de Budapest, no lejos de allí.

                Oímos ruidos extraños provenientes de los callejones y fui a ver qué estaba pasando. No vi nada, así que crucé la intersección de carreteras. En el momento en que salí de la calle hubo fuego de ametralladora y contracarro. Había soviéticos saliendo en tromba de las callejuelas. Se dieron cuenta de que éramos pocos. Yo pensé que tenía que volver al carro de combate a cualquier precio; esperé en la esquina para ver cuando disparaban el cañón contracarro. Después de que hicieran fuego corrí a través de la calle hasta la esquina siguiente. Cuando la alcancé vi como la casa tras la que me había estado escondiendo un momento antes volaba en pedazos.

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Laureada de San Fernando – Pablo Arredondo Acuña

En la Serie GEHM de Laureados de San Fernando de hoy, veremos la historia de Pablo Arredondo, acreedor de tal distinción en dos ocasiones.

Desde que las Cortes de Cádiz instauraron el 31 de agosto de 1811 la Real y Militar Orden de San Fernando, es decir, la Cruz Laureada de San Fernando, con el fin de “honrar el reconocido valor heroico y el muy distinguido, como virtudes que, con abnegación, inducen a cometer acciones excepcionales o extraordinarias, individuales o colectivas, siempre en servicio y beneficio de España”, concediendo la primera al brigadier de Artillería Martín Garcia-Loyerri e Ichano por su heroica acción en la batalla de Alcañiz del 23 de mayo de 1809 durante la Guerra de la Independencia, solamente cinco militares la han recibido en dos ocasiones, siendo uno de ellos el protagonista de este artículo: Pablo Arredondo Acuña.

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Una noche de juerga en Párkány.

La continuación de la anécdota anterior -el narrador es el mismo- nos ofrece nuevamente una visión extremadamente despreocupada, tal vez etílica, de este acontecimiento. Hay que tener en cuenta que mientras se desarrollan estos acontecimientos al Reich Alemán le quedan apenas cinco meses de vida, y en lo que a Hungría se refiere, medio país está ya en manos del Ejército Rojo y Budapest acaba de ser cercada. Y sin embargo, estos jóvenes soldados húngaros beben y se divierten como si la destrucción no se estuviera alzando sobre sus cabezas.

Párkány hoy, al otro lado del Danubio. La foto ha sido tomada desde la catedral de Esztergom.

              Era ya pasada la medianoche, en torno a las 0200. Un panadero salió para ver porqué había tanto ruido. Cuando le informamos de que éramos húngaros dijo “¿por qué venís aquí? La situación había quedado resuelta, y ahora venís a desorganizarlo todo de nuevo”.

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Tercios de España – El Fuego Griego en el Asedio de Malta de 1565

Aprovechando la publicación del Histocast 75 – Sitios y Asedios Legendarios IV, donde tratamos el sitio de San Telmo, dedicaremos esta entrada a analizar el arsenal de fuego griego del que disponían tanto caballeros cristianos como turcos.

Se conocía por fuego griego toda una panoplia de armas incendiarias utilizadas en el Mediterráneo en asedios, batallas y encuentros navales que se hizo especialmente famoso durante la época de las cruzadas. Tuvo su origen en el Imperio Bizantino, suponiendo inmediatamete una ventaja tecnológica que supuso su hegemonía en tiempos cruciales como la expansión árabe. El Fuego Griego era un arma altamente secreta, y tanto los ingredientes como el proceso de fabricación se transmitían de maestro a pupilo.

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El Alegre Contraataque Contra Párkány.

Nos encontramos en Hungría, a finales de 1944, al norte del Danubio, y más en concreto al otro lado del río con respecto a la localidad de Esztergom. Los soviéticos habían cruzado el río Garam y era necesarioexpulsarlos al otro lado. Entonces tuvo lugar uno de esos contraataques «ligeramente» alcoholizados que a veces nos regala la historia. Vamos a recordarlo de manos del testimonio del Soldado de 1ª Ödön Bese.

Un Panzer IV, húngaro según la leyenda de la foto, aunque la cruz que lleva en el costado es la alemana y no la blanca que usaban estos.

                Durante la tarde, la compañía recibió la orden de formar. Nuestra fuerza en blindados ascendía a diez “panzercuatros” [Pz IV]. Era todo lo que tenía el batallón [I / 3 Regimiento de Carros de Combate / 2ª División Acorazada Húngara]. Mientras formábamos llegó un pelotón de comandos de las SS, vestidos de negro, con la insignia de la calavera en su ropa [Szamvéber indica que más que SS, no los había en el sector, estos hombres debían ser carristas de la 6. Panzerdivision], acompañados por 30 “leventes” [miembros de una asociación juvenil paramilitar húngara de la época, y dejémonos ya de apuntes al margen]. Nos presentamos, y tuve la ocasión de ver por primera vez el rifle de asalto Sturmgewehr 44 alemán. Este arma era más grande que un subfusil, pero menor que los rifles de infantería. Tenía un cargador ligeramente curvado y podía disparar tiro a tiro o a ráfagas. Su munición era más grande y poderosa que la del subfusil. Los alemanes nos dijeron que iban a luchar junto a nosotros, así como los “leventes”.

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Muerte de un general alemán (IX) – Wolfgang Fischer

Wolfgang Fischer, jefe de la 10 Divisón Panzer y veterano de la IPGM, de Polonia, Francia y Rusia, llegó a la cabeza de puente tunecina a tiempo de derrotar a las tropas aliadas en la colina de «Longstop». Unos meses después moriría trágicamente en una misión de reconocimeinto.

Nacido en 1888, Wolfgang Fischer ingresó en Ejército Imperial alemán el 18 de marzo 1910, sirviendo en el  5. Regimiento de Infantería de Baja Silesia Nr.154, donde fue ascendido a teniente en 1911. Durante la Primera Guerra Mundial formó parte de los estados mayores de varias unidades. En 1918 fue ascendido a capitán y durante los años 20 formó parte del ejército de los 100.000 hombres.

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De Cayo Octavio Turino a la gloria, la ascensión de un romano por su nombre

 

El reciente número de Desperta Ferro Antigua y Medieval contiene un a mi parecer interesantísimo artículo sobre la evolución del primer “emperador” de Roma a través de su nombre, cuyos hilos fundamentales pasamos a exponer aquí, no sin recomendar vivamente su lectura.

Esta es la estatua, y la imagen, más conocida, de Octavio Augusto.

Cuando Cayo Octavio llegó a Italia desde Apolonia, en abril del año 44 a.C., poco después del asesinato de su tío Julio Cesar, no parecía un personaje demasiado importante. Puer (chaval), lo llama Cicerón en sus cartas. Sin embargo va a ejecutar un imparable ascenso al poder, que podemos ver reflejado en los diferentes nombres que va a adoptar durante los años siguientes. Ya en octubre, Cicerón, sin renunciar definitivamente a la denominación despectiva antes indicada, empieza también a referirse a él como Octaviano.

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