GENERALES DE LA PANZERWAFFE: Comandantes de la 3.ª División Panzer (I)

                Retomando un viejo proyecto que hemos vuelto a poner en candelero en esto últimos días, vamos a proceder a analizar quienes fueron los comandantes y cuál fue la historia de otra de las divisiones de la Panzerwaffe, en este caso la tercera.

Un Panzer IV de la 3 Panzerdivision, cuyo emblema puede apreciarse en el lado izquierdo de la torreta.

                Organizada en el Wehrkreis III, esta “división del oso”, así llamada por la presencia del oso de Berlín en su emblema, fue activada el 15 de octubre de 1935 en el campo de maniobras de Wünsdorf, bajo el mando del Generalleutnant Ernst Fessman (6 de enero de 1881 – 25 de octubre de 1962). Este, un antiguo general de caballería que había formado parte del Ejército bávaro y había combatido en la Primera Guerra Mundial, provenía de comandar una unidad especialmente importante, la Panzer Lehr Brigade, que era la que se dedicaba a la formación y a la experimentación del arma blindada. Fessman permaneció al mando de la unidad hasta septiembre de 1937, momento en el que se retiró de la vida militar, aunque por poco tiempo. Volvió al servicio activo al estallar la guerra, comandando la 267 Infanterie Division en el frente del oeste al menos hasta mayo de 1941. Se jubiló definitivamente el 30 de abril de 1943, con 62 años. Fallecería en Pulllach el 25 de octubre de 1962.

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El «otro» Pearl Harbor (III); y el «otro» desastre de Cavite.

                Una vez que la Fuerza Aérea estadounidense en las islas Filipinas hubo quedado gravemente disminuida en su capacidad de ataque y defensa, los japoneses empezaron a pensar en su siguiente objetivo: la flota del almirante Hart. Cavite es un nombre que tiene importantes resonancias en la historia española. La batalla naval librada cerca de dicho lugar el 1 de mayo de 1898, y la derrota de nuestra marina, supuso a la postre la pérdida de esta colonia asiática a manos de los norteamericanos; irónicamente, la destrucción de la base situada en este mismo lugar el 10 de diciembre de 1941 –ni tan siquiera cincuenta años más tarde– fue uno de los acontecimientos que llevó a los estadounidenses a abandonar, a su vez, el archipiélago.

Fires at Cavite Navy Yard resulting from the Japanese air raid on December 10, 1941. Fifty-four bombers of the 11th Air Fleet were detailed from Formosa and attacked at 1300 hours. Twenty-seven attacked ships and small craft in the bay and the remainder went on toward Cavite, dropping their bombs from a height of 20,000 feet, above the range of the nine 3-inch anti-aircraft guns protecting the base. Almost every bomb fell within the Navy Yard. After the first run, the first flight of twenty-seven withdrew and the other twenty-seven bombers, having completed their attack against ships in the bay, flew in to strike the targets. The attack lasted for two hours. The entire yard was set ablaze; the power plant, dispensary, repair ships, warehouses, barracks, and radio station received direct hits. Greatest damage was done by the fire which spread rapidly and was soon out of control. Admiral Rockwell estimated that five hundred men were killed or seriously wounded. The covered self-propelled lighter YF-181 - perhaps visible in the right center - is loaded with almost 200 burning torpedos, which will be consumed in the flames, crippling the offensive capability of the United States Navy Asiatic Fleet's submarines. At the time this photograph was taken, small arms ammunition was exploding in the center of the heavy blaze on the left. The submarine whose bow is visible at the far right is probably USS Sealion (SS-195), hit by bombs and had settled by the stern. Sealion, a 1450-ton Sargo class submarine, was commissioned in late November 1939 and, in the spring of 1940, deployed to the Far East to strengthen the defenses of the Philippines as relations with Japan deteriorated. Sealion was nested at Machina Wharf with USS Seadragon (SS-194) inboard and minesweeper USS Bittern (AM-36) outboard. Most Sealion personnel were below decks. The first stick of bombs landed from 100 to 200 yards (90 to 180 meters) astern of Sealion; all hands were ordered all hands below. On the second
La base naval de Cavite en llamas, después del ataque japonés.

                La fecha, ya la hemos indicado, fue sin duda un día negro para los aliados en el pacífico pues, mientras el Prince of Wales y el Repulse caían y se hundían bajo un potente ataque aéreo japonés frente a las costas de Malasia, otra escuadra de aviones, igualmente poderosa, lanzaba el ataque destinado a acabar con la presencia naval aliada en las islas Filipinas, no destruyendo los barcos, como en Pearl Harbor, los atacantes eran conscientes que esto había sido en parte un error, sino las instalaciones portuarias, vitales para que estos pudieran operar.

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DESPERTAFERRO CONTEMPORÁNEA N.º 13: VERDÚN 1916.

Queda poco para el centenario de una de las batallas más recordadas, conocidas y contadas de la Primera Guerra Mundial. Y sin embargo ¿Qué sabemos de Verdún? Sabemos que fue una batalla muy larga, duró diez meses, sabemos que no dio resultado alguno, pues al final el frente casi había vuelto al punto de partida, que la “lista del carnicero” fue larga y que la vida en las trincheras se hizo insoportable para unos y otros. Pero hay cosas que son menos conocidas. Por ejemplo, que no fue la batalla más cruenta de la guerra, y que, en realidad, la apuesta fue de escaso valor.

Verdun

La batalla comenzó en febrero, bajo la nieve, con un brutal bombardeo de la artillería alemana. El frente era estrecho, alrededor de 10 km tan solo, y las fuerzas que se lanzaron al asalto fueron relativamente escasas en comparación con lo que iba a verse en batallas posteriores; sin embargo progresó, al menos al principio.

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Unidades particulares, el III Flak Korps.

Unidades a menudo olvidadas de entre las que participaron en Normandía, los Cuerpos de Ejército antiaéreos tuvieron sin embargo su importancia, que queremos rescatar en la entrada de hoy. Conocemos en parte esta unidad concreta, el III Flak Korps, gracias al informe escrito para los aliados por el general Wolgang Pickert, quien lo dirigió, durante los dos años en que estuvo en cautividad después de la guerra. Hay que adelantar que, por diversos motivos, su texto no es del todo preciso. Pickert escribió bajo la enorme preocupación que le suponía el largo tiempo de cautiverio mientras su familia pasaba terribles penurias en Alemania; y además redactó su texto de memoria, sin tener acceso a los registros oficiales de la unidad. Sin embargo, parte de la información que contiene es interesante. Aquí resumiremos algunas cuestiones importantes.

Magnífica imagen de un Flak 88 con su dotación. Esta pieza fue fundamental para las unidades antiaéreas alemanas.

Para empezar, la misión. El III Flak Korps, desplegado en Normandía antes del desembarco es, por la naturaleza de su misión antiaérea, una fuerza estática repartida por los puntos a defender de los bombardeos. Sin embargo, su cometido principal debería ser otro, apoyar a las tropas de tierra en un eventual combate contra las tropas aliadas desembarcadas, por lo que está completamente motorizado, ya que se supone que debe ser capaz de concentrar o bien sus regimientos individualmente, o bien toda su fuerza, en un punto concreto del campo de batalla.

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¿Ingleses, holandeses o españoles? – Comienzos del cañón naval en el XVI

Para cierta historiografía el navío de línea y su uso táctico configuró una doctrina naval desarrollada por los anglosajones y copiada por el resto de marinas secundarias en el siglo XVIII.

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Este desarrollo viene propiciado por una innovación técnica como consecuencia de unos conocimientos científicos que dan lugar al desarrollo tecnológico de un armamento, al igual que el arco y la flecha revolucionó el combate a pie, el cañón varió el arte de la guerra naval; al menos su uso embarcado queda documentado desde el siglo XIV, y durante el siguiente fue un elemento más (si bien no el principal), para en el XVI pasar a ser elemento común y esencial del alistamiento de cualquier flota o armada (1).

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Blomberg contra Rohm. La pugna por el poder y la fuerza militar en Alemania. 1933-34.

 

El 30 de enero de 1933, un agitador político, ex golpista fracasado y líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, fue nombrado canciller de Alemania por el Presidente Paul von Hindemburg, finiquitando la república de Weimar y abriéndose una nueva y oscura etapa de la historia alemana contemporánea, la era del nacismo, que solo duraría doce años, pero dejaría al país arrasado.

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Hitler y von Hindemburg, poco después de las eleeciones.

Si bien la ideología nazi fue el paradigma del ultranacionalismo, la violencia y la agresividad militar, hay que dejar claro que estas tendencias eran más comunes de lo que se piensa en la sociedad alemana de entreguerras. Asociaciones de veteranos, grupos paramilitares, como el Stahlhelm, y organizaciones de diversas orientaciones políticas, llevaban cultivando la necesidad de que Alemania volviera a ser una nación fuerte, que había que borrar la vergüenza del “diktat” de Versalles y el mito de la “puñalada en la espalda” desde 1918. Una de estas agrupaciones, muy institucionalizada, era la Reichswehr, el ejército alemán surgido del tratado de Versalles. Reducido a no más de 100 000 efectivos, que sin derecho a tener aviones, submarinos u otras armas modernas, llevaba clamando y trabajando por la necesidad de que Alemania se rearmara desde 1919, y aunque los diversos gobiernos de la era de Weimar permitieron que sus jefes implementaran políticas de rearme en secreto, los años transcurridos hasta 1933 habían sido bastante estériles. Ninguno de los cancilleres democráticos de Alemania estaba dispuesto a arriesgar la posición internacional del país favoreciendo públicamente un rearme en contra de las estipulaciones del tratado de Versalles, sino que esperaban, mediante la colaboración con las demás naciones firmantes, lograr una revisión del mismo que les permitiera ocupar nuevamente su lugar en la política internacional.

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1918: La Ceguera del cabo Hitler (y II)

Como comentábamos en la primera parte de este reportaje, poco antes de que finalizara la primera guerra mundial el valiente cabo Hitler, que había sido condecorado con la Cruz de Hierro de segunda, y luego de primera clase, se quedó ciego a causa de un ataque con gases. Sin embargo, según los médicos que lo trataron y evacuaron hacia el hospital de Passewalk, el daño causado por el gas no era irreversible. Irritación sin duda, tal vez lesiones superficiales, sin duda incómodos lavados y posiblemente un vendaje, pero a fin de cuentas, Hitler recuperaría la vista. Pero no fue así. Según el mismo atestigua, la noticia de la derrota de Alemania, habría empeorado su lesión y se quedó ciego del todo.

Hitler, en el putsch de Munich de 1923. En esta ocasión, la fuerza de voluntad no fue suficiente.
Hitler, en el putsch de Munich de 1923. En esta ocasión, la fuerza de voluntad no fue suficiente.

Por supuesto, estamos hablando de una ceguera psicosomática, como indicó en su momento el neuropsiquiatra doctor Edmund Forster. Hitler no estaba ciego, solo quería estarlo; y en el futuro iba a achacar su ceguera a causas físicas porque ello lo convertía en un auténtico herido de guerra, en una época en que las “heridas” psicológicas no eran, para el común, nada más que una muestra de debilidad y cobardía. ¿Podemos imaginarnos un führer cuya leyenda hubiera estado teñida con semejante mancha?

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