Cruz de Caballero – Alfons Bialetzki

Veamos hoy la trayectoria de Alfons Bialetzki, un germano polaco de Silesia que solicitó la ciudadanía alemana en 1938 y se alistó en los Fallschirmjäger, participando en la campaña de Creta y consiguiendo el codiciado Pasador de Combate Cuerpo a Cuerpo en Oro en el frente ruso.

Alfons Bialetzki

Extraña fotografía de Bialetzki, luciendo la Cruz de Caballero y el uniforme de la Luftwaffe, cuando por aquel tiempo pertenecía ya al Heer, en la 225 DI.

Nacido el 29 de septiembre de 1919 en Silesia, Alfons Bialetzki pasó su infancia en Polonia, y solicitó la ciudadanía alemana en 1938, mudándose a Breslau. Ingresó en la Luftwaffe como voluntario en otoño de 1940 y tras recibir la instrucción básica fue enviado a la escuela de fuerzas aerotransportadas en Braunschweig. Convertido en zapador de combate, Bialetzki comenzó como servidor de ametralladora en el famoso Fallschirmpionier-Bataillon 1, que era el batallón de zapadores de la 7 Flieger-Division, así se designaba en aquel tiempo a la que sería posteriormente conocida como 1 Fallschirmjäger-Division.

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Japón, los Blindados Desconocidos de la Segunda Guerra Mundial (II)

Tras haber explicado cuales fueron dos de las unidades fundamentales, la división y el regimiento, tenemos que centrarnos ahora en las agrupaciones específicas de este segundo tipo de formación que se llevaron a cabo. El ejército japonés fue bastante flexible en lo que a la composición de fuerzas se refiere, y en estas circunstancias no es raro que organizaran agrupaciones blindadas para misiones específicas.

Carro de combate Mitsubishi Tipo 97 Chi-Ha

Una de ellas, la 3.ª Agrupación, formada por los regimientos 1.º, 6.º y 14.º más un escalón de suministro y una plana mayor, combatió en Malasia. Tenía 74 carros de combate medios y 85 ligeros y es difícil evitar la comparación con una división panzer de 1939. Probablemente el mayor problema de los blindados nipones fue que, como los italianos aunque en menor medida, su material fue quedando obsoleto con respecto al que desplegaban sus enemigos.

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Informe de la Inteligencia Británica – German Divisional Emblems – A la descarga

Hoy hemos decidido desempolvar un poco la biblioteca y os dejamos a la descarga este fantástico documento de inteligencia británico que recoge los emblemas de todas las divisionales alemanas del Heer, y los cambios sufridos en los mismos a lo largo de la guerra.

En la Sección I se abordan los principios sobre los que descansan el uso y la aplicación de los emblemas de las divisiones alemanas. La Sección II contiene todos los emblemas identificados con denominación de la división, ilustraciones y la cronología. La Sección III es un índice por orden alfabético y en los anexos se incluyen algunos ejemplos de su aplicación.

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Japón, los blindados desconocidos de la Segunda Guerra Mundial (I)

 

Ni las junglas ni las islas parecen el lugar más indicado para el despliegue de unidades blindadas, y sin embargo así se hizo. Tenemos tendencia a olvidar que el “frente del pacífico” de la segunda guerra mundial fue mucho más que las islas de la micronesia o las junglas y praderas de Nueva Guinea y las Islas Filipinas, pues también se combatió tanto en China como en Birmania.

Autoametralladora modelo 93, Sumida. Del año 1933, equipó algunas de las unidades de reconocimiento.

Por eso los próximos artículos van a centrarse en hacer una descripción, necesariamente somera, de la organización y las tácticas de blindados del combatiente común a todos estos sectores: el ejército imperial japonés.

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La vida en el interior de un U-boot

Pese al atractivo que despiertan los submarinos alemanes y las manadas de lobos de la Segunda Guerra Mundial, la vida dentro de un submarino durante una patrulla distaba de ser un crucero placentero.

Los alemanes consideraban a sus lobos de mar como héroes que llevaban vidas glamurosas, pero la realidad de la vida en un submarino alemán era lago completamente distinto. En los submarinos se vivía en un mundo angosto y fétido, y la vida era una mezcla de aburrimiento, incomodidad y terror. Las tripulaciones ocupaban aposentos atestados de maquinaria, instrumentos o torpedos, y dormían en planchas encima de éstos hasta que eran utilizados contra blancos, dejando sitio para literas y hamacas.

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Párkany, la Resaca.

Aunque, como hemos visto en las dos entradas anteriores, la guerra podía otorgar a los combatientes algunos momentos de locura, al final recuperaba sus fueros. Esta es la tercera y última entrega de esta curiosa narración sobre los acontecimientos que tuvieron lugar aquella noche en la tierra de nadie, justo en la linde de la batalla.

Soldados soviéticos en zona urbana, en esta ocasión no es Párkány, sino el sur de Budapest, no lejos de allí.

                Oímos ruidos extraños provenientes de los callejones y fui a ver qué estaba pasando. No vi nada, así que crucé la intersección de carreteras. En el momento en que salí de la calle hubo fuego de ametralladora y contracarro. Había soviéticos saliendo en tromba de las callejuelas. Se dieron cuenta de que éramos pocos. Yo pensé que tenía que volver al carro de combate a cualquier precio; esperé en la esquina para ver cuando disparaban el cañón contracarro. Después de que hicieran fuego corrí a través de la calle hasta la esquina siguiente. Cuando la alcancé vi como la casa tras la que me había estado escondiendo un momento antes volaba en pedazos.

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Una noche de juerga en Párkány.

La continuación de la anécdota anterior -el narrador es el mismo- nos ofrece nuevamente una visión extremadamente despreocupada, tal vez etílica, de este acontecimiento. Hay que tener en cuenta que mientras se desarrollan estos acontecimientos al Reich Alemán le quedan apenas cinco meses de vida, y en lo que a Hungría se refiere, medio país está ya en manos del Ejército Rojo y Budapest acaba de ser cercada. Y sin embargo, estos jóvenes soldados húngaros beben y se divierten como si la destrucción no se estuviera alzando sobre sus cabezas.

Párkány hoy, al otro lado del Danubio. La foto ha sido tomada desde la catedral de Esztergom.

              Era ya pasada la medianoche, en torno a las 0200. Un panadero salió para ver porqué había tanto ruido. Cuando le informamos de que éramos húngaros dijo “¿por qué venís aquí? La situación había quedado resuelta, y ahora venís a desorganizarlo todo de nuevo”.

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