JAPÓN, CHINA, ESTADOS UNIDOS Y LA “GRAN GUERRA ASIÁTICA”

Escrito por Ignacio Gonzalez-Posada

He trabajado en una empresa japonesa durante 4 años,  durante este tiempo tuve la oportunidad de visitar el templo Yasukuni y su museo adyacente, que alberga los espíritus de los soldados japoneses caídos en guerras exteriores.

Allí aprendí que en la II Guerra Mundial no se llama así en Japón,  sino que se denomina «La Gran Guerra Asiática»; que el ataque a Pearl Harbor fue una trampa del presidente Roosevelt; que la derrota del Japón fue un sacrificio necesario para liberar a los pueblos de Asia y demostrar el indomable espíritu japonés al mundo… Fruto de estas experiencias escribí uno de los capítulos de mi libro «Cómo Ganar una Guerra» ,la parte dedicada a la guerra en el Pacífico. He aquí un extracto que espero que os guste, ahora que las relaciones entre China y Japón están al rojo vivo por las islas Senkaku (aunque esta vez los Estados Unidos apoyan a Japón…).

“Japón es un país asombroso que descoloca a los occidentales. Por mucho que sepamos de la cultura japonesa, nos sigue pareciendo un lugar lleno de contrastes y contradicciones. De hecho, cualquiera que haya trabajado con japoneses experimenta siempre sentimientos encontrados y, normalmente, pasa de la admiración a la estupefacción más absoluta en cuestión de minutos.

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Préstamo y Arriendo a la Unión Soviética

Cuando Alemania invadió la Unión Soviética, esta perdió rápidamente una porción sustancial de su territorio; importante no solo por su extensión, sino también por los recursos y por el tejido industrial que había en él. Si bien fue imposible desplazar las fuentes de recursos; gracias a un inmenso esfuerzo organizativo, el Estado Soviético fue capaz de llevar a retaguardia una porción muy importante del tejido industrial que había estado en los territorios que ocupaban ahora los alemanes.

Barcos mercantes navegando por el ártico.

Reubicadas en los Urales, estas fábricas -y los trabajadores que las mantenían en funcionamiento- se pusieron de nuevo a producir bienes necesarios para la guerra. Sin embargo, estas no tenían la capacidad suficiente como para producir todo lo que la Unión Soviética necesitaba para salir victoriosa de la magna batalla que había entablado con la Alemania Nazi, y para obtener lo que les faltaba, los soviéticos tuvieron que recurrir a las prácticamente infinitas reservas de los Estados Unidos. En virtud de un instrumento jurídico conocido como Ley de Préstamo y Arriendo, los estadounidenses pusieron a disposición de  la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas todos los bienes de guerra que esta no podía o no le resultaba rentable (en términos de tiempo y esfuerzo) fabricar, permitiendo que las fábricas que habían huido a los Urales se especializaran en la fabricación masiva de armas de guerra, entre las cuales podemos singularizar los carros de combate T-34.

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