Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (y XII)

Terminamos hoy nuestra serie de entradas (larga ya) sobre el empleo táctico básico del carro de combate Sherman con uno de los elementos fundamentales de la formación de sus tripulantes. Aunque siempre con el deseo de no tener que ejecutar jamás la maniobra, los carristas tenían que saber qué hacer si, llegado el momento, tenían que evacuar el carro de combate, porque no cabe duda que mientras ellos maniobraban y ejecutaban muchas de las acciones que hemos ido desgranando, el enemigo hacía otro tanto y, a veces, con más éxito.

Para empezar, el reglamento indicaba que solo el jefe de carro podía tomar la decisión de abandonar el vehículo, siempre en función de la situación táctica. Para este tipo de situaciones, las ordenanzas indicaban que: “si un carro de combate es alcanzado o dañado hasta el punto de no poder continuar hasta el objetivo, el jefe de carro emitirá la señal ‘ignorad mis movimientos’ y si es posible el carro se pondrá a cubierto’”. El objetivo de esta señal radiada era evitar que los demás carros de la sección siguieran al que abandonaba el combate, o ajustaran su formación en torno al mismo, en vez de seguir hacia el objetivo.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (XI)

Comentamos en la entrada anterior de esta serie, larga ya, dedicada al carro de combate Sherman –que junto al T-34 soviético fue, sin duda, uno de los protagonistas más numerosos de los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial–, cómo era, a grandes rasgos, el proceso de disparo de su cañón principal, y poníamos como ejemplo de blanco un tanque alemán Panther. Hoy, precisamente, vamos a dedicar la entrada sobre el Sherman a explicar cómo era el combate entre blindados desde este vehículo.

Llegados a este punto, la primera misión de la tripulación del carro era identificar al enemigo. Huelga decir que no era lo mismo enfrentarse a un PzKpfw que a un Tigre. Una vez identificado el adversario, los carristas, aunque sobre todo su jefe, debían de comparar, en apenas un instante, las ventajas y puntos débiles del enemigo con los propios. Esto puede parecer baladí, ya que sin duda todo el mundo sabía que la parte más vulnerable de un carro de combate era la trasera, pero era importante conocer el calibre y la capacidad de penetración del cañón del contrario y, por ejemplo, si se trataba de un cañón de asalto, carente de torreta y, en consecuencia, incapaz de defenderse sin girar por completo si era atacado por cualquier lado que no fuera el frontal.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (X)

Tras haber rememorado, someramente, el proceso de puntería y disparo a bordo de un Sherman, y sin dejar de recalcar como ya nos adelantaba Dani en la entrada anterior, la dificultad intrínseca de lleva a cabo todas estas acciones durante una situación de vida o muerte, es importante fijarnos ahora en los demás componentes de la tripulación, pues mientras el tirador efectúa sus cálculos, ellos también tienen tareas que cumplir.

El conductor, ya lo hemos adelantado, tratar de colocar el carro en una posición que cumpla un doble requisito: estar desenfilada del fuego enemigo pero siendo idónea para disparar contra el contrario, y el ametrallador del casco tratar de defender el blindado de un ataque a corta distancia (en este caso sin duda una tarea de menor importancia, en realidad debía de estar listo para ocupar cualquiera de las otras plazas o solucionar cualquier problema que se le ordenara resolver). Entretanto, el jefe de carro debe de elegir qué tipo de munición se va a emplear: fundamentalmente perforante o de alto explosivo, en función del blanco. La cuestión no es baladí: si el objetivo es un carro de combate se utilizarán los primeros, pero si se trata de una pieza contracarro, entonces estos son prácticamente inútiles, lo que hace falta es uno de los segundos. Teniendo en cuenta que el cargador no tiene por qué saber cuál es el objetivo, un error de concentración del comandante del vehículo puede alcanzar una importancia enorme.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (IX)

 

Narrábamos en las entradas anteriores un ejemplo de cooperación carro-infantería en la que se apreciaba claramente como dos de los Sherman se establecían en retaguardia formando una base de fuego mientras los otros tres cooperaban en el avance con la infantería. Vamos a referirnos ahora, precisamente, al fuego del arma principal del Sherman; un cañón de 75 mm en la mayoría de los casos.

Cuando el Sherman llegaba a la posición de disparo, lo primero que había que hacer era asegurarse de que el cañón había sido liberado de su soporte y que se habían retirado las lonas de protección del mismo, cosa que sucedía siempre que el blindado iba a iniciar un ciclo de combates, ya fuera tras un periodo de descanso –por ejemplo el nocturno– o de mantenimiento.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (VIII)

Habíamos dejado al teniente Leslie Wenzel, del 135.º Regimiento de Infantería estadounidense, a punto de iniciar el asalto conjunto de carros e infantería que iban a llevar a cabo su sección y una de carros de combate Sherman, durante las complejas y angustiosas batallas que tuvieron lugar en la cabeza de playa de Anzio, en 1943.  Seguimos ahora con su testimonio, que nos muestra como veían los infantes este tipo de operaciones.

“A las 5.50 horas, los carros cruzaron la línea de alambradas, que habían sido cortadas por las secciones de ingenieros en un camino que había sido preparado y que llegaba a unos 180 m de la casa ‘y’. En el momento en que la tuvieron a la vista dispararon con sus 75 mm y sus ametralladoras. Harán fuego de modo constante durante toda la operación. Al asomar la cabeza [no olvidemos que nuestro protagonista va subido a la parte posterior de un Sherman], justo lo suficiente como para echar un vistazo a mi alrededor, pude ver perfectamente el semicírculo de humo depositado por nuestra artillería y nuestros morteros.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (VII)

Las diferentes formaciones que podía adoptar una sección de Sherman, tal y como las explicamos en la entrada anterior, tanto en los desplazamientos como en el ataque, podían verse influidas por la introducción de un elementos “foráneo” (por llamarlo de alguna manera), en la maniobra, la infantería.

Antes de entrar en materia, es importante indicar que, mientras que en otros países hubo importantes discusiones doctrinales con respecto al empleo más efectivo de los carros, en el caso de los Estados Unidos no fue así. La masiva capacidad de producción de la economía norteamericana permitió producir cantidades suficientes de vehículos como para cubrir tanto las doctrinas más difundidas, en las que el carro de combate era un arma de penetración y ruptura, como las más anticuadas, en las que el tanque debía actuar como arma de apoyo a la infantería; y no solo eso, sino que además consiguieron que todas las misiones pudieran ser efectuadas por un solo modelo, el polivalente Sherman.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (VI)

Como hemos ido viendo a lo largo de estas entradas dedicadas al carro de combate Sherman en acción y al consiguiente adiestramiento de sus tripulantes, nada quedaba nunca al azar. Ahora, progresando, tal y como planeábamos inicialmente, por el camino del entrenamiento de los carristas, del puesto individual a la sección de cinco tanques, vamos a fijarnos en las distintas formaciones utilizadas por esta durante la marcha.

La más básica era sin duda la columna, con los cinco carros de combate situados uno tras otro, con el del jefe de la sección en cabeza. Como es lógico, esta se empleaba para los desplazamientos por carretera, siempre detrás del frente, cuando el contacto con el enemigo era muy improbable o –qué duda cabe– cuando a causa de la configuración del terreno, no quedaba más remedio. Normalmente, se dejaban unos 13 m entre un vehículo y otro, el doble si existía riesgo de toparse con el oponente. Las desventajas de esta formación eran fundamentalmente dos: escasa potencia de fuego hacia el frente, ya que esta se limitaba, fundamentalmente, al carro de cabeza, y flancos largos y vulnerables. Las ventajas eran que permitía avanzar con rapidez y facilitaba los cambios de dirección. Los jefes de sección experimentados solían asegurarse de que durante este tipo de avance las torres de los carros se repartieran para apuntar en todas direcciones.

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