1862-63, la lucha contra las salinas confederadas.

El ejército federal fue plenamente consciente, a su vez, de la importancia que tenía la sal en la logística militar de aquella guerra, y de que los confederados no disponían de grandes cantidades de este producto que ellos, por su parte, podían producir sin peligro o podían importar sin demasiados problemas a pesar del encarecimiento de los costes provocado por los corsarios sureños, ya que su flota dominaba los mares.

La mejor defensa que tenían los confederados era su artillería costera, como esta batería en la bahía de Pensacola

Para acrecentar el problema de sus enemigos, las fuerzas nordistas no tardaron en atacar sus explotaciones de sal. Gosse Creek, cerca de Manchester, en Kentucky, fue uno de los objetivos elegidos, enviándose un primer raid en enero de 1862, que tuvo poco éxito, y un segundo el 10 de octubre, en el que se provocaron daños mucho más serios. Por supuesto, los confederados reaccionaron. A primeros de noviembre, el general confederado William Loring partió hacia el norte con un ejército de 5000 hombres, conquistando las salinas del valle del Kanawha, cerca de Charleston (Virginia del Oeste) y capturando grandes cantidades de sal. Sin embargo esta acción no había sido más que un raid, consecuentemente destinado a no durar, y no una penetración para conservar el territorio conquistado, y ante la llegada de un ejército federal superior, Loring se retiró.  

Leer más

Cuestión de sal.

Uno de los problemas a los que se enfrentó la máquina de suministro sureña durante la Guerra de Secesión fue la carencia de algunos alimentos. “¡Cargad contra ellos, muchachos, llevan queso en sus mochilas!” se dice que gritó un soldado de Luisiana en una ocasión. Parte del problema se había originado antes de la guerra, cuando los propietarios de la tierra decidieron dedicar la mayor parte de sus cultivos a producir productos valiosos, como el tabaco y el algodón. Con los beneficios de estas cosechas los estados no tenían dificultad alguna en importar comida siempre que hiciera falta, pero cuando empezó la contienda, las cosas cambiaron drásticamente.

La galleta y el cerdo salado eran la comida de los campeones, demostrando que la hora de la cena podía ser tan dura como la de la batalla.

Uno de los muchos productos fundamentales para la dieta del soldado fue la carne, en cuya producción pronto se especializaron estados como Florida y Texas que, sin embargo, estaban muy lejos del frente, con lo que el transporte de esta carne hasta los ejércitos en campaña se convirtió en un nuevo problema. Una de las soluciones fue confiar en la que pudieran traer hasta puntos más cercanos al frente los barcos que rompían el bloqueo, pero sus dueños preferían invertir el espacio disponible en productos más provechosos; otra fue despiezar y transportar esta carne usando las vías de comunicación disponibles en el sur: ferrocarriles y caminos, principalmente, pero para eso había que conservarla, con lo que la sal se convirtió en un producto de primera necesidad. La idea de trasladar el ganado a pie, por interesante que pueda parecer, resultaba poco práctica tanto por el cansancio que iban acumulando los animales como por las dificultades para alimentarlos y abrevarlos durante el traslado, por no hablar del problema sanitario que podía provocar el sacrificio y despiece de decenas de miles de cerdos y vacas en un lugar no preparado para ello.

Leer más

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies