En un lugar llamado Küstrin (II). Bombardeos. II/1945

Batalla de baja intensidad, si es que puede existir tal cosa, fue lo que se dio en torno a Küstrin y el corredor de seis kilómetros de largo y entre tres y cinco de ancho que unía la ciudad con el resto del mundo. El Ejército Rojo aún no tenía prisa. Poco a poco se iban concentrando medios en el frente, y con la Conferencia de Yalta (4 a 11 de febrero de 1945) en desarrollo, Stalin no había sufrido todavía el ataque paranoico que iba a obnubilarlo después, cuando tras el reparto de las zonas de influencia en Europa, decidió que los aliados occidentales querían engañarlo y empezó a fustigar a sus comandantes para que tomaran Berlín lo antes posible, y antes de Berlín, estaba Küstrin.

La defensa de Küstrin

El 18 de febrero, el bombardeo destruyó el puente de carretera que cruzaba el río Warthe y unía la ciudad vieja con la nueva. Nada grave, pues pudo ser reconstruido por los ingenieros aquella misma noche, cubriendo la estructura con planchas de modo que los vehículos volvieran a circular sobre él. Lo que no pudieron reconstruir, sin embargo, fue la tubería de agua que suministraba la ciudad vieja, tal vez el mejor bastión defensivo, que a partir de entonces iba a depender de las desuetas bombas que había en su interior. Tal vez a consecuencia de esto, y en un gesto extraño para el Reich, en las dos noches siguientes se dio la orden de evacuar a los civiles. Tampoco hay que hacerse ilusiones, por aquel entonces el término “civiles” excluía a hombre capaz de portar armas. Pronto hablaremos de la guarnición, pero vamos a fijarnos un poco en los soviéticos.

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En un lugar llamado Küstrin (I). Nubes de tormenta. I-II/1945

Küstrin había sido una fortaleza importante. Con su ciudad vieja, enclavada en una larga península entre los ríos Oder y Wartha, y con su ciudad nueva al este de este segundo río, era además una población que, a finales de enero de 1945, los soviéticos tenían que conquistar a toda costa ya que, situada sobre la Autobahn 1, Küstrin defendía Berlín a oriente de los ríos, y era una espada apuntando hacia la capital del Reich una vez que uno había cruzado a occidente.

Küstrin. La ciudad nueva en la esquina superior derecha, justo debajo la ciudad vieja, a su izquierda la isla y a continuación de esta, Kietz.

En aquel momento, las viejas fortificaciones de la ciudad habían decaído mucho, y sin duda nunca habían sido diseñadas para una guerra como la de 1939-45, pero la ciudad vieja seguía teniendo algunas ventajas defensivas importantes. Enclavada entre dos ríos, en su flanco oriental, bajo los restos de los muros, se extendía primero una zona boscosa, y luego una zona baja, surcada por diversas vías de agua, que había sido inundada. Un terreno nada fácil para la infantería, y mucho más complicado de atacar con fuerzas motorizadas o mecanizadas. En torno a esta posición defensiva se extendían, además, otros obstáculos: la ciudad nueva, al este, un distrito fabril densamente construido; la Oder Insel, al oeste, una isla en medio del río ocupada por unos barracones de artillería y con algunas fortificaciones propias, y pasados los dos brazos del Oder, quedaba la localidad de Kietz, también defendible.

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1937. El incidente del río Amur (y II)

Al final de la entrada anterior, habíamos dejado al río Amur dándose un garbeo hacia el norte, al menos su corriente principal, y a los soviéticos tratando de devolverlo a su cauce primero, y de asegurarse la posesión de la isla de Kanchatzu después. Los japoneses, por su parte, tras protestar enérgicamente, como Demi Moore en Algunos hombres buenos, habían hecho navegar una flotilla por el río, y tratado, sin éxito, de recuperar la isla mandando a unos pocos uniformados a bordo. Estamos a 22 de junio de 1937.

Tojo Hideki, quien sería primer ministro y ministro de la guerra del Imperio Nipón.

Aquel día, en Tokio no estaban nada contentos. Desde su punto de vista, y aunque se debiera a la casualidad de que el río Amur hubiera trasladado su cauce principal hacia el norte, los soviéticos habían invadido Manchukuo, nada menos. Por ello, el Estado Mayor General del Ejército japonés decidió enviar un mensaje claro al general al mando del Ejército de Kwantung, responsable de la región: “Si tropas soviéticas han ocupado ilegalmente un territorio que pertenece, claramente, a Manchukuo, creemos que la situación podría tener consecuencias importantes en nuestras futuras operaciones, y se le ordena que tome las medidas apropiadas para volver a la situación anterior”. No era difícil que alguien le quitara el condicional a la orden, sobre todo si el general al mando del Ejército de Kwantung era nada menos que Tojo Hideki, un halcón, quien en el futuro iba a liderar Japón entre 1941 y 1945.

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1937. El incidente del río Amur (I)

A finales de 1936 España estaba en guerra y la Alemania hitleriana apenas había dado un paso en su escalada hacia el conflicto mundial, remilitarizando Renania en marzo, si bien la situación europea era grave, mucho más lejos, en Extremo Oriente, parecía gestarse una nueva guerra. La tensión había comenzado en 1931, cuando el Imperio del Japón se había hecho con Manchuria, arrebatada a China, y creado el Estado títere de Manchukuo, que lo llevó a tener frontera directa –una frontera muy mal definida en algunos aspectos– con otro de los imperios de la región, el soviético.

El emperador Puyi, de la dinastía Quing, gobernante títere de Manchukuo, junto al emperador Showa del Japón en 1935.

Las fronteras de Manchuria se basaban en los tratados ruso-chinos de Aigún (1858) y Pekín (1860), y seguía, siempre que era posible, los grandes cauces fluviales para definir donde estaban los límites entre territorios. La precisión, y la indefinición, de estos tratados radicaba en que se basaban en las convenciones internacionales de la época para indicar a qué Estado fronterizo pertenecían las innumerables islas que surgían del cauce en base al canal principal de navegación. En el caso de la frontera del Amur, todas las islas situadas al sur o al oeste del cauce principal del río serían chinas, mientras que las situadas al norte o al este serían rusas. No hubo problemas hasta que los japoneses entraron en escena, o tal vez se debió a que la mejora en las comunicaciones hizo que la región fuera más accesible.

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Kampffgruppe SS Krafft, en combate (y IV)

Son las 18.25 horas del 17 de septiembre de 1944. Tras haber aterrizado en Arnhem e iniciado el camino hacia el puente, dos de los batallones de la 1.ª Brigada Paracaidista, el 1.º y el 3.º, se han visto bloqueados, casi desde el primer momento, por un pequeño batallón de tropas de las SS, el Kampfgruppe Krafft, que, un poco más allá de Wolfheze ha anclado sus flancos sobre las carreteras que debían seguir dichos batallones.

Krafft, Josef 'Sepp' - Sturmbannführer.jpg
Posiblemente se trate de Sepp Krafft, comandante del Kampfgruppe SS

Sin embargo, la jornada no ha sido fácil. Los británicos son soldados duros, muy bien entrenados, que atacan con virulencia, y no cabe duda que poco a poco la unidad alemana se ve cada vez más presionada y, sobre todo, con los atacantes ya más allá de sus flancos, su jefe empieza a temer que su fuerza/ que quede copada. “Debemos retrasarlos a cualquier precio –escribirá el SS-Sturmbannführer Krafft–, incluso a costa de sacrificarnos. Debemos dar al alto mando el tiempo de poner en acción contramedidas eficaces con el fin de derrotar al enemigo y levantar la presión que pesa sobre nuestro batallón, e impedir su aniquilación”. Interesante texto, en el que el autor pasa de la defensa a ultranza a la necesidad de evitar la destrucción de la fuerza bajo su mando.

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Kampffgruppe SS Krafft, en combate (III)

La muerte del general Kussin no supuso un quebranto especialmente grave para el protagonista de esta entrada y sus tropas. El fallecido ha tenido tiempo de informar al SS-Sturmbannführer Krafft de que el sector ha quedado bajo el mando del II Cuerpo de Ejército Panzer SS, lo que significa que las dos potentes divisiones que lo componen –9.ª y 10.ª divisiones Panzer SS–, que estaban en proceso de abandonar la región para volver a Alemania a ser reconstruidas, se quedarán.

Tropas de las SS desplegadas cerca de Arnhem

Hay otro elemento importante en la emboscada que ha sufrido el general, que permite a Krafft saber hasta dónde han llegado, como mínimo, los paracaidistas enemigos: el cruce en el que la Wolfhezerwg (N-783) se une a la Utrechseweg (N-225), es decir, bastante por detrás del ala izquierda de la 2.ª Compañía. Si los paracaidistas deciden aprovechar alguna de las vías que se dirige hacia el norte, bien podrían rodear y aislar a todo el Kampfgruppe.

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Kampffgruppe SS Krafft, en combate (II)

En la entrada anterior describimos los primeros combates del Kampffgruppe Krafft, una pequeña unidad de las SS que, por casualidad, se encontró, el 17 de septiembre de 1944, en el camino de algunas de las unidades aerotransportadas británicas hacia el puente de Arnhem. Concretamente, el 1.er y el 3.er batallones de paracaidistas.

Soldados del 1.er Batallón Paracaidista cerca de Wolfheze

En torno a las 14.30 horas de aquel día, tras haber organizado y enviado a sus tropas al combate y tras haber informado a sus superiores, que son sus obligaciones principales, el SS-Sturmbannführer Krafft se personó en la localidad de Wolfheze, punto neurálgico de su dispositivo, para descubrir que sus hombres se han visto obligados a replegarse y que toda la localidad está ya en manos del enemigo. No es la única mala noticia. Si hasta este momento ha tenido que batirse contra el 1.er Batallón de paracaidistas, en ese momento está haciendo acto de presencia, al sur de las posiciones ocupadas por sus hombres, el 3.º, proveniente de Wageningen y que avanza por lo que hoy en día viene a ser la N-225.

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